Crítica «Viejos Hazmerreíres» – Teatro Cervantes
EL FARO DE SABIDURÍA DE MASTROPIERO
Las fotografías son de Daniel Pérez
Cuando expresamos que la cultura es la mejor manera de comunicación entre los seres humanos sensibles, Les Luthiers serían de los creadores que estarían en la cima de lo que se debe hacer en esta profesión uniendo todas las habilidades que conocen y que demuestran en el escenario. Entrar en su mundo es saber elogiar a la palabra y al sarcasmo tan necesario que es difícil de encontrar en cualquier espectáculo de humor.
Los genios son los ya conocidos Roberto Antier, Carlos López Puccio, Jorge Maronna y Martin O´Connor, con las geniales incorporaciones que ya son veteranos y de experiencia maravillosa como son Tomás Mayer- Wolf y Horacio Tato Turano, y aunque cualquier «leslutheriano» crea que ya lo han visto todo y no se les puede sorprender, no saben lo equivocados que están.
Se han ganando mi corazón particular creando como nexo de unión un programa en las ondas llamado «Radio Tertulia» con todas las secciones esperadas para un amante escuchante que se precie, donde han desfilado profesores de yoga, marcianos, señoras explicando sus recetas de cocina, grupos de pop inglés, instrumentos de baño con la mejor acústica y una pléyade de ingenio y canciones que marcaban un ritmo tan frenético de risas que han logrado que el público haya tenido la mejor medicina para estos tiempos que han sido tan de incertidumbre, y donde esta risa ha sido más que terapéutica. Ha sido una opción vital que nos hará tener una mejor actitud y la esperanza de que aún se puede seguir haciendo un humor brillante.
Lo increíble de esta formación cómica es que, a pesar de conocer lo que realizan en sus sketches, saben innovar en muchísimos aspectos. Y lo pueden hacer por su conocimiento de la palabra, que marcan en esos guiones que abarcan todas las esferas de lo que pueda ser actualidad en estos momentos, e igualmente la música, sin ponerse barreras ni frenos en todos los estilos, y dejándonos a todos completamente asombrados con la mezcla de ritmos y cómo conjugaban perfectamente con la historia que estaban contando en cada instante. Algunos ni me imaginaba que sonarían en sus locos cacharros o interpretados en sus melodiosas voces.
También otro de los aspectos a destacar es que saben sacar el costumbrismo del mundo. No hay aspectos que sean particulares de su país de nacimiento o lo que han podido trabajar a su alrededor, si no que profundizan con un trabajo espectacular en nuestras maneras de ser y de comportarnos en muchas situaciones cotidianas, por eso su lenguaje al final es universal, lo entiende todo el mundo, nos identificamos y hacemos lo más sano que puede hacer esta sociedad contemporánea: reírnos de nosotros mismos.
Son transgresores, han sabido adaptar su mundo, su conocimiento y su manera de hacer reír ante un público que les reclamaba y les necesitaba. Había que escuchar su voz, la «tulia» y las que nos guían al faro de sabiduría de Mastropiero, a «Rebaño» o a la televenovela «Alma de corazones». A entrar en esa locura llena de música y de buen hacer «hazmerreír». A su buena filosofía particular.
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