BRILLANTE LUZ PARA NUESTRA TEMPESTAD

Cada concierto de Rozalén ha supuesto marcar una etapa importante de mi vida. Ella hablaba en su concierto con lleno absoluto en el Teatro Cervantes de las conexiones, y es que no es de extrañar que las pueda tener con mucho público. No resulta una casualidad porque sabe transmitir como nadie hablar de la vida, y de las cosas importantes que nos pasan en el día a día. Cualquiera de sus letras cura lo incomprensible que vivimos todos en el mundanal ruido, y lo hace porque sus vivencias las convierte en tuyas, en un ejercicio de empatía y generosidad sublime que no habrá días en la vida para agradecérselo.

En esos momentos turbios donde quién sabe hacer catarsis con la música halla esas respuestas desconocidas, María brinda su dolor y la gestión del mismo para que todos podamos hacer lo propio con el nuestro. Son las pequeñas cosas que hacen que la vida valga la pena, pero es una artista que con la magia de sus hadas, logra reconfortar el alma de los que nos encontramos perdidos en el mundo y que la vida aprovecha para pegarnos un palo tremendo, del que aún tenemos que aprender cómo llevarlo.

Ha sido un concierto tremendo de emocionabilidad, donde agradezco encontrarme una Rozalén lo más natural posible, con su poquico de llorera y su mijica de nudo en la garganta pero sacando una fuerza encomiable que la encumbra como una de las mejores artistas de nuestro país.

Este proyecto es importante como homenaje a nuestros antepasados y que estén presentes desde la raíz, pero también como revalorización de un folclore que mucho público desconoce y que es la historia que también debe transmitirse de generación en generación. De una manera acelerada todos sus músicos, Álvaro Gandul, Samuel Vidal, Mario García, Tete Moragón, Ismael Guijarro y Oliver Martín han desempeñado lo mejor de su calidad artística para las adaptaciones y la puesta en escena de este espectáculo tan rico en armonías, ritmos y sorpresas melódicas.

La inseparable Bea Romero cada vez cobra un protagonismo más acertado, en esta ocasión en los interludios que marcan la historia musical de Rozalén, y que a la propia cantante le iba a resultar muy duro interpretarlos y que mejor que sus manos, sus brazos y toda su alma para darle vida a esas canciones que han formado parte de su camino vital. La he visto más segura, muy compañera no solo con María si no con todos los músicos y que su trabajo cobra cada vez más importancia por la soltura que hace que nosotros como espectadores, se nos transmita todo mucho más de lo que la propia artista ya consigue.

Empieza el show con palabras de los segadores de la zona de Castilla y León que ya van marcando ese resumen de vida que se pretende conseguir en «Matriz». Esos latidos en rojo son el símbolo de que todo lo cría la tierra. Y entran los músicos para empezar este viaje sensorial con «Mar en el trigal», y aquí ya me percato que canta estas canciones cómo las aprendió, pero con la fuerza adulta. Y vaya falsete que se marca con un «grieta» que vibra en todo mi cuerpo.

La guitarra flamenca cobra protagonismo en «Te quiero porque te quiero» con Rodrigo Cuevas a quién podemos ver en las proyecciones, como a muchos de los artistas que participan con Rozalén en el disco. Una de las tónicas que vamos a disfrutar en todo el evento es el juego de luces, ideal para crear aún más esas atmósferas necesarias para captar la letra, y unos giros en esa música tradicional que siempre llaman la atención y dan como resultado canciones cuyas letras son más bellas.

A continuación, aires de habanera para «La paloma» y María se transforma en esa contadora de historias ideal, un juglar lírico perfecto para escuchar activamente. Y otro aspecto que quiero destacar es que ya agradezco haberme emocionado en un teatro como el Teatro Cervantes. Los artistas ganan en demasía cuando se pueden escuchar sus propuestas en un recinto como el de esta pasada noche. No hay comparación.

En el turno de palabra de Rozalén el que siempre se destaca el sentimiento y el humor, nos agradece que agotáramos las entradas antes incluso que pudiéramos escuchar el disco, y empieza a presentar lo que va a ser «Matriz». En este instante, me identifico más aún con ella porque el humor es mi válvula de escape cuando me cuesta encontrar como salir de las situaciones, y siendo el último concierto y lo que tanta importancia y significado tiene toda esta creación, normal que los nervios se transformen en un humor ingenuo que es una coraza para no tambalearse y seguir con el «show must go on». Pero para ella ha tenido una dificultad enorme que se la valoro totalmente.

En ese ciclo de la vida, la cantante explica que la gira la empezaron en Málaga y que no es casualidad que la terminen aquí. Nos hemos convertido en su talismán, y confiesa que es imposible que no nos quiera porque los lugares los hace la gente. Esta gira ha sido un capricho en el que revaloriza los 10 años de carrera, y nos invita a que abramos nuestros sentidos para que nos visiten nuestros ancestros, y aquí mis lágrimas empiezan a no parar cuando argumenta que honrarlos con estas canciones, es la mejor manera de abrazar a quienes ya no están aquí. Cosa que me sucede en dos momentos del concierto que os iré detallando.

Pero en el relato nos detenemos en «La tumba de la golondrina» con un coro espectacular de sus músicos, para después del interludio de «La niña de Fuego» canta la canción en gallego con Tanxugueiras en «A virxe do Portovello», donde nos cuenta que las pandeireteiras lloraban con estas letras a los marineros que emigran a la mar, y por ello con tantos rincones diferentes ha podido tener empatía de esos problemas, al igual que con la canción en euskera cuyo valor reconoce es que a mucho público le gusta sin entender nada de la letra. Se llama «Xalbadorren heriotzean».

Mi primera sorpresa es de mis favoritas, «Justo» que no podía faltar en un show tan especial, la siento incluso con más fuerza aún que cuando en otras ocasiones he tenido la suerte de escucharla en sus conciertos. Y en ese medley seguir con «Y busqué», «La senda del tiempo» que suena preciosa y mi primer momento de conexión con mi madre con «Este tren», es una canción que le enviaba cada día durante la pandemia para recordarle que la llevaría a una playa lejana a que enterrara los pies en la arena y que era maravilloso ver a través de sus ojos la vida. Gracias por dejarme llorarla tal y como me hacía falta. Y aún me quedaba un punto de encuentro más con ella.

Vamos a la vena flamenca con «Yo vendo unos ojos negros» que nos hace llegar hasta la preciosidad inmensa que crea para la obra «Una noche sin luna», y es una versión genial del «Anda jaleo» de Lorca. Y lo inesperado para el público es la aparición de la panda de verdiales Santo Pitar, aquí contemplamos a todas las generaciones actuando con felicidad, al igual que observo a mucha gente en el público que están todas las etapas de la vida sentados juntos en el patio de butacas. Eso es algo que yo no había visto nunca. Y gracias a ellos se bailan pasodobles entre los espectadores, e incluso la propia Rozalén se baja a bailar con algunos de ellos.

Bea Romero y María deciden hacer un popurrí exquisito con «Berlin», «Alivio» y «Aves enjauladas». Llega quizás el momento más emotivo para nuestra protagonista con el interludio de «Qué bonita que es mi niña» donde escuchamos a su madre y la respiración de su padre, quién fallecía al volver de esa grabación. Eso son instantes que comparte con todos nosotros, y que hacen que su valía sea más sublime porque pasándole cada uno de manera diferente, podemos compartir y sentir que no estamos solos cuando desgracias que nos hace la vida, nos desorientan en un mundo complicado y es muy valioso sentirte arropado por la música de Rozalén y cómo comparte sus propias vivencias, que al final son las nuestras. Me ha recordado a mi padre con una grabación donde me hacía una entrevista con dos añitos, y me ha hecho pensar en esos tesoros de valor incalculable que marcan esas relaciones tan imprescindibles en nuestra alma.

Damos paso al catalán con Silvia Pérez Cruz y «Amor del bo» que les permitió a ambas abrazarse con sus padres recientemente fallecidos, y que la intérprete catalana se decidiera a hacer la primera habanera de su vida. Y una gran ovación del público viene cuando María se marca las «Sevillas de la amapola y el romero» de Arturo Pareja Obregón.

Volvemos al pasado con «Mi fe», para seguir con «Asuntos pendientes» y continuar con uno de los mejores momentos de la noche, esa letra y esa interpretación de «Pichi 2.0» que es la contestación de una mujer al pichi de la época, y grande la cantante cuando finaliza diciendo «ojalá hubieran tenido lejos a esos pichis» por tantas mujeres asesinadas en este mes de diciembre.

El próximo interludio de «Están clavadas dos cruces» da paso a la «Ronda de Motilleja» que además vuelve a contar con la panda de verdiales Santo Pitar para «Si me quieres escribir», una canción que quiso incluir para homenajear a sus abuelos paternos a quienes no pudo conocer. Y seguidamente la jota que le dedico a su Albacete, «Es Albacete»,reivindicándola como capital de España, y que algunas madres e hijas de la panda de verdiales bailan en medio del escenario, y luego suena a continuación «Arrión».

Aquí nos paramos en el que es mi mayor instante particular y que me une más a aún a mi madre. Pensaba que tenía su canción pero hay temas que ya conocías que cobran importancia cuando la vida se te planta muy agresiva y tu sin posibilidad de reaccionar, he encontrado mi refugio siempre en la cultura y cuando hoy esta creadora mágica y especial de mi verdad, interpreta «El día que yo me muera», entendí y me alivié que esa es su canción, sin duda. La que habla desde su corazón, la que cada verso hubiera salido de su maravilloso pensamiento libre y la que voy a cumplir a rajatabla para homenajear su figura y lo extraordinaria mujer y madre que ha sido para mi. «Y cada vez que me nombres, yo reviviré.
Desde donde esté te protegeré». Ésa era ella.

«La puerta violeta» suena con todo el público y Rozalén en medio del patio de butacas para darlo todo al unísono, y venir posteriormente con «80 veces», «Cal y arena» y la mítica «Las hadas existen», aunque en esta ocasión no sube a los niños al escenario. Y el final desemboca en una canción donde nos invita a bailar un charro titulado «Inés Inesita»

Este recorrido en el que yo también me he sentido flojica de sentimiento ha sido placentero y liberador para mis preguntas sin respuestas. Para sentir a mis padres cerca: he tenido el abrazo de mi padre y la sabiduría de mi madre. Cuando alguien se esmera en que tu puedas ser mejor persona, y gestionar esas emociones de llorar bonito para que cada día sea un triunfo, me sigo recalcando en que para mi es obligatorio e imprescindible que María de los Ángeles Rozalén siga componiendo y transmitiendo lo que siente. Es la poeta de mi vida, la que describe mi corazón y la luz que ha calmado todas mis tempestades.

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