María Pedraza y Pol Moner. Fotografía de Mai Serrano
María Pedraza y Pol Moner. Fotografía de Mai Serrano

Crítica realizada por Ana Sonia Macías Martín

Un baile de palmeras al ritmo de susurros es la primera imagen que vemos de “Amar”, y ya comienza con uno de los elementos técnicos a destacar, el sonido, perfecto y embaucador durante toda la obra. Esos susurros pertenecen a una pareja de adolescentes que se quieren y lo hacen intensamente, lo cual se percibe desde la presentación de los personajes, con una escena donde de manera no explícita, la acción se desarrolla en torno a una práctica sexual innovadora para ellos, pero llevada a cabo de manera muy natural y con mucho amor.

La relación continúa adelante de manera obsesiva por parte de ambos, lo que supondrá, que esa intensidad no desista incluso en momentos no tan placenteros para la pareja, llegando al borde de la ansiedad y la depresión en el caso de Carlos. Esta actitud refleja la dificultad de gestionar situaciones durante el primer amor. Como subtemas de la historia, tenemos la mentira que se ve reflejada tanto en la pareja, como en la madre de Laura (la cual le es infiel a su compañero actual con su exmarido), así como las relaciones de amistad entre adolescentes y las inseguridades.

En el trascurso de la historia, siempre hay elementos sorprendentes que llaman la atención del espectador como por ejemplo el regalo de Laura, que nunca llegamos a ver, la máscara antigás que en su primera aparición choca, pero luego se convierte en un elemento poético e incluso artístico; o el exnovio repentino que aparece y que destapa la primera mentira de Laura.

Esteban Crespo durante la rueda de prensa. Fotografía de Mai Serrano
Esteban Crespo durante la rueda de prensa. Fotografía de Mai Serrano

Quizá el tema principal del guión no da mucho juego, llegando un momento en el que parece que se le está dando demasiada importancia o demasiado rodeo a esa relación de aferramiento mutuo. Un desarrollo largo para un simple amor de adolescentes.

A destacar, una interpretación de calidad de ambos protagonistas, siendo superior la de María Pedraza, que encarna a una bella, delicada y dulce Laura con una vida difícil, influenciada por una familia desestructurada, un papel que ha hecho totalmente creíble con su gran actuación y a pesar de su novel experiencia. También cabe destacar a Nacho Fresneda, como el padre de Laura, que aún teniendo un papel muy breve, denota al personaje y levanta cierta simpatía en el espectador.

Si entramos dentro de la calidad técnica, me parece una obra de fotografía muy bella que ha sabido evolucionar al mismo tiempo que la relación entre los personajes. Muestra de ello, es la utilización de tonos blancos al principio de la obra, reflejando la pureza del amor que ambos sienten, que va avanzando a tonos más sepia y oscuros que coinciden con el deterioro de la relación. Planos muy bellos, sutiles y cuidados que le dan un toque de elegancia a la película.

Podrán disfrutar de esta obra de Esteban Crespo en cines, a partir del 21 de abril.

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