CONSEJOS VENDO QUE PARA MI NO TENGO

Nunca había pensado que una función teatral pudiera albergar un abanico sociológico en el que las personas pudieran manifestar desde su patio de butacas, sus puntos de vista. Y es que «Perfectos Desconocidos» en su montaje teatral, en mi opinión, tiene un mejor objetivo y funcionalmente está mejor preparado que el efecto que pudo tener con la película de Álex de la Iglesia.

Al desarrollarse en un único espacio que es la casa de Alberto y Eva, dos de los protagonistas, la centralidad tiene que versar más en el ritmo y que tenga ese dinamismo de sorpresa y de jugar con varios personajes, y por tanto personalidades distintas que se cruzan entre sí. En el cine, las descubríamos pero siempre de una manera más distante, y necesitando la utilización de diferentes escenas para ubicar todo el contexto, en el teatro más cercanía y me ha ayudado infinitamente más a comprobar en contexto todas las situaciones que se querían resaltar ante el juego «divertido» de colocar los móviles encima de la mesa, e ir leyendo los mensajes que van enviando a lo largo de la velada.

Decía lo del abanico sociológico porque en esta adaptación de David Serrano y Daniel Guzmán han jugado perfectamente a favor del público. Porque mientras transcurrían las conversaciones entre los dos protagonistas mencionados, más Antonio y Marina, Violeta y Santi y Lucas, todos los espectadores iban riéndose como si fuéramos partícipes de esa misma cena, y también viendo venir las circunstancias tal y cómo se preveía que iba a ir desarrollándose, porque el gran acierto es que esas circunstancias son muy identificables con las escenas en vida real que podemos tener en nuestras noches con amigos. Lo han preparado de forma que es fácil y reírte, y luego pensar en todas las reflexiones que se van sacando en «Perfectos Desconocidos».

Quiero felicitar a todo el reparto porque es de cajón, un trabajo en equipo donde no debe destacar absolutamente nadie, manejan la evolución del guión de una manera rápida y fresca, y hay un entendimiento común a favor de obra que el espectador agradece y se lleva más que buenas sensaciones de esta función. Por cierto, la escenografía es de las más prácticas y apropiadas que hace tiempo que no disfruto en un espectáculo teatral.

Estoy convencida que si todos tenemos un entrenador y un político en casa, cada una de las personas del público, sale de la función pensando exactamente y pormenorizadamente qué haría en cada una de las situaciones que se presentan. Las vean exageradas o menos, lo cierto es que al menos el click en la cabeza lo provoca, y eso es el verdadero sentido del teatro, que perfectamente es lo más conocido y lo que da sentido a la cultura.

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