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Me encantaba haber encontrado una realizadora que sepa utilizar los silencios como a mi me interesan en una película. Desde el año pasado en el Festival de Cine de Málaga había encontrado una tendencia general en los nuevos directores, en jugar con imágenes fijas y miradas en los actores durante un tiempo prolongado que, en la mayoría de las ocasiones, se excedía de mi gusto particular y no ayudaba a que pudiera seguir conectada con la trama principal.

Celia Rico Clavellino va a ser una de mis directoras a tener en cuenta para el futuro. Voy a robar un término que utiliza una de mis mejores amigas cuando vamos al cine juntas que es la sutilidad. Me gustan las películas que hablan de lo cotidiano y saben contarlo para llegar a nuestra emoción, que sea más identificable o no, pero que sepa llegar para provocar una reacción que haga reflexionar. Y prefiero que lo hagan de manera sutil. Y ésta creadora cinematográfico ha sabido hacerlo desde el primer segundo de este film.

No he podido entrevistarla pero estoy convencida que si le pregunto por el regalo de tener a estas dos actrices como madre e hija, seguro que me respondería afirmativamente. En esos pequeños gestos de Lola Dueñas a Anna Castillo, y las miradas contenidas de hija a madre, se dice todo. Ahí se encuentran todos esos sentimientos que se despiertan en estas relaciones que conocemos de nuestro día a día, y que pueden parecer que no tienen cabida interesante en una historia en la gran pantalla, y les aseguro que la tiene.

Y otro de los aspectos que más me gustan de «Viaje al cuarto de una madre», es que no trata al espectador como tonto, y plasma la información necesaria para seguir avanzando en cada una de las escenas, sabiendo perfectamente lo que ha pasado sin necesidad de dar explicaciones constantemente. Bravo.

Creo que lo más interesante es que ya seas hija o madre, este trabajo cinematográfico te va a reportar muchas reflexiones y acercamiento a la realidad inmediatos. El cuidado, los miedos, la paciencia, el dolor y primordialmente la esperanza de querer seguir adelante, a pesar de los caminos más vertiginosos que nos presenta constantemente la vida. Os vais a dar cuenta de todo esto en los detalles, y sin salir de esa casa de dónde nos sentimos porque palpamos ya esas paredes, los electrodomésticos y los tejidos que la protegen. Ese es otro gran valor como ya he recalcado. Esa sutilidad en la que se narra todo, y no es necesaria una gran parafernalia. Un vínculo que no se destruye nunca, y que se consigue acertar igualmente entre equipo artístico y el público que acertadamente decide ir a ver «Viaje al cuarto de una madre».

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