Crónica «Crónica de una tormenta» – 23 Festival de Cine Español de Málaga
EL MENTOR VOCACIONAL DE «PRIMERA PLANA»
En la sexta jornada de este 23 Festival de Cine Español de Málaga se ha presentado la película más comprometida con nuestro medio, pero que además trata el tema universal de la adicción al poder y lo que estamos dispuestos a hacer, entre esa dualidad de ética y moral, para llegar a nuestros objetivos. Protagonizada por Clara Lago y Ernesto Alterio, es el debut en la dirección de Mariana Barassi, tras una historia que le pasa el productor Gerardo Herrero y todos tenían claro que había que traspasar esta función teatral a película cinematográfica.
Cuando iba visualizando «Crónica de una tormenta», se me vino a la cabeza mi querida «La Soga», inspiradora como saben de esta humilde página web, y me vino porque el tratamiento de las escenas se realiza como un fuera un plano continuado, algo que destaca tanto Ernesto Alterio como Clara Lago en sus interpretaciones de Antonio, el director del periódico «El gran imparcial» y Macarena, la subdirectora. Alterio lo destacaba como desafío y componente atractivo porque los efectos especiales están en la mirada y en lo que sucede. Aquí tengo que destacar que ambos actores mantienen una evolución muy interesante de sus personajes, aunque por criterio personal hay aspectos más emocionales que racionales que yo hubiera tirado por otros derroteros más que nada por su previsibilidad que desluce esa parte interesante de la película que es la ambición de esos puestos importantes y lo que cada uno sacrifica para conseguirlo, y cómo a la más mínima circunstancia que se sale de lo que uno debe hacer de manera políticamente correcta, se te pueden ir todos tus planes al traste.
Ernesto también resaltaba que le ha costado mantener esa posición de superior porque él se siente más cómodo en el terreno de los «currantes», por eso le resultó demasiado complejo, y también por la relación con su subdirectora, una intimidad ambigüa paterno-filial en la que prueba en sus propias carnes lo que ha tenido que hacer como superior de esa empresa.
Esos 15 minutos sin cortar, especialmente del principio del film, provocan un clima de realidad muy fuerte y se entra en un viaje de escena muy rico. Es uno de los puntos fuertes de la película, que sí que es cierto que han trabajado mucho en desquitar esa teatralidad como mencionaba la propia directora en la rueda de prensa, incidiendo en los cambios de espacios y buscando muchos resquicios y grietas para que no fuera todo filmado, también se diferencia de la obra de teatro original de Sabina Berman en su dimensión espacio-temporal, pero mientras nos adentramos a mediación de película no siento esa intensificación del ritmo que Mariana Barassi buscaba en el montaje, más bien tira por unos condicionantes que me hacen alejarme más de esa atracción principal del comienzo, para con el giro final pegarte esa sacudida de impacto y sorpresa, aunque reconozco que esperaba que fuera más potente, y que no me imaginara por donde podían ir los derroteros.
El trabajo en este film ha sido siempre para intentar ayudar al trabajo de los actores. Se destaca en el posicionamiento de la cámara en esas tomas largas para respetar su interpretación, así como el rodaje cronológico que, evidentemente, favorecía la evolución de los personajes y de los propios actores. Los dos intérpretes han crecido mucho con estos personajes y este desafío al que ambos se han enfrentado. Como dice Clara Lago, no es algo que pase todos los días y ha sido para ella una oportunidad maravillosa, un regalo y un punto de inflexión en su carrera.
A mi otro aspecto que me parecía interesante es ese desencanto que tenemos al final con nuestros mentores, a los que recordamos como héroes. Esa mirada de ingenuidad que luego se ve borrada con la realidad, fue de las reflexiones que más identificada me llevo de la película, más algunas consideraciones sobre la vida personal del personaje de Clara Lago, que de una manera u otra nos han hecho sentir así por seguir nuestra propia vida sin dar explicaciones a nadie. Cada uno en su ámbito seguro que se reconoce también en esa incredulidad y rabia que siente Macarena cuando realizan un informe sobre sus aficiones en su tiempo libre. También me llevé a mi terreno de pensamiento la tristeza a la hora de tomar una posición en la que se hiere a un ser querido. Una postura a la que en la vida quieres llegar, pero el propio instinto de supervivencia te saca fuerzas y «maldad» de donde ni siquiera sabes. Pasarte al lado oscuro para llegar al poder, como afirma la intérprete.
En esta ocasión, Gerardo Herrero toma más la palabra, si bien es cierto que Achero Mañas en el caso de su película acaparó las explicaciones porque sabe y le gusta defender sus propias historias con mucha vehemencia. Pero en «Crónica de una tormenta», Gerardo explica cómo le gustó esta función teatral que se ha representado en toda América Latina, cómo le propusieron a Sabina el poder adaptarla a la gran pantalla, especialmente en la propuesta estética que no el título que la autora prefería mantenerlo de «Testosterona», pero ni Gerardo ni Mariana veían claro titularla igual que en el teatro. Personalmente, creo que también es un acierto el cambio de título. El productor ya conocía el trabajo de Mariana Barassi, y también conocía su intención de dirigir, y tras poder conseguir a la pareja protagonista, sabía que era un proyecto que ya podían sacar adelante.
El rodaje se pudo hacer sin inversión televisiva, contando con el buen sistema fiscal de la comunidad de Navarra que es una de las patrocinadoras, y gracias a la ayuda del diario de Navarra al que llegaron un acuerdo interesante para poder rodar la película, excepto una última parte que se filmó en Madrid. Se terminó de montar justo antes de la pandemia.
Es una propuesta que no solo habla de las oportunidades en la guerra de sexos y del techo de cristal, expone también la lucha de poder por parte de los medios. ¿Hasta dónde serían capaces de llegar sólo por ambición? ¿Se puede ambicionar desde un plano ético?. Unos puntos de vista en los que perderse en la crónica de un periódico, oliendo el papel de una imprenta y gustándote una belleza como «Primera plana», Billy Wilder en todo siempre gana.
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