LA IDEA ES PONER EL FOCO EN «NO DAR POR HECHA LA COMUNICACIÓN»

El valor de la palabra en el escenario donde se puede leer mejor la realidad como es el teatro. Esto es lo que propone el autor y director, Pablo Rosal, en «Los que hablan» sirviéndose de dos auténticos titanes de la escena como son Malena Alterior y Luis Bermejo. Así nos lo transmite el propio creador.

P: Se habla de la comunicación, y en los tiempos donde parece que la tecnología facilita nuestra vida lo que menos ayuda muchas veces es a hablar usando palabras

Pablo Rosal: La idea es poner el foco en «no dar por hecha la comunicación». En no asumirla porque sí, y no entrar en el juego heredado que nos viene como de inercia, si no poner la comunicación en una aula magna, laboratorio o mesa de estudio, y diseccionarla delante del público para redescubrir sus capacidades, sus posibilidades y sus vicios. Es el trabajo del arte, en general, no sólo del teatro, que es desmantelar los automatismos que asumimos porque sí.

P: Y el mejor vehículo es el teatro del absurdo

Pablo Rosal: El teatro del absurdo busca el fallo y la grieta en el sistema. Señala desde una lógica y desde una raíz como muy elemental, muy neonata siempre, no tiene bagaje y está siempre nueva y asombrada ante el mundo. En el teatro del absurdo todo es sorpresa, todo es una mirada nueva y tiene que ver con el payaso, en el fondo, para mi. Es no saber hacer nada, y desde este no saber hacer nada y no entender nada, te permite desmantelar lo más sencillo.

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Pablo Rosal

P: Y Malena Alterio y Luis Bermejo son dos payasos extraordinarios para llevarlo a cabo

Pablo Rosal: Es una pasada dar este material a dos ferraris, a dos máquinas muy bien engrasadas y muy bien diseñadas. Entre ellos se conocen pero también se conocen entre ellos como intérpretes. Saben potenciarse a si mismos y jugar con su maquinaria. La obra es como una trampa para que, cada día, no se haga por hacerla. Es una obra que te obliga siempre estar muy presente cuando la interpretas. No puedes hacer un pase cualquiera. La obra te pone trampas y pruebas todo el rato, y siempre te obliga a estar muy presente, escuchando lo que está pasando y escuchando a estas dudas que plantea.

P: Tengo la sensación que esos silencios que hay en la obra, son como esas reuniones de amigos donde se pierde el tiempo mirando el móvil, hay una denuncia también creo en esa no utilización de palabras

Pablo Rosal: Es verdad que nos estamos perfeccionando en la técnica. Estamos dejando que la técnica tenga su vida propia y somos usuarios de este móvil que tiene su vida propia, y nosotros nos sometemos a esta cosa que tiene su vida propia y hace el trabajo por nosotros.

P: Realzas además el propio valor del teatro trabajando desde la austeridad

Pablo Rosal: Hay algo que me gusta mucho trabajar y en esta obra se nota mucho que es la idea de que estamos ante una especie de ejercicio. La obra de teatro, «Los que hablan», es un ejercicio a vista. Tu ves palabras que se usan como cualquier palabra, como ejemplo de palabra, no es una palabra que ya está dolida, afectada o confluctuada. Es la palabra en un sentido puro y emental que se presenta en el escenario, con toda su humildad y toda su desnudez, e intentar construir algo desde ese poquito. Es trabajar mucho desde el poquito, desde el casi nada y a ver que pueden hacer desde allí. La obra va precisamente de eso, de a ver si con este poquito nos podemos agarrar y podemos construir una conversación y cuando están a punto de que pase algo, se desmonta siempre. Siempre están a punto y se desmonta. Hay algo de mostrar la fragilidad todo el rato de eso.

P: Te leía que esta obra podría ser algo previo de lo que sería una obra. ¿Estás trabajando en ello?

Pablo Rosal: Tengo una obra que sigue mucho la estela de «Los que hablan». Tengo una obra que está por hacerse y tengo muchas ganas de hacerla, y es como que si estos personajes previos habiendo hecho este calentamiento empezaran a meterse dentro de una situación real, pues me da para trabajar mucho en la idiotez. Con esta herramienta me metería en el mundo como un idiota. Presentaría al mundo idiota, que sencillamente se deja llevar por ideas que no le pertenecen, que no han enraízado bien en esa persona y sencillamente se deja llevar por palabras que no son suyas y que no están masticadas. De eso va lo que he escrito más tarde, a continuación. El teatro es una prueba de algodón, es un revelador de cosas y me interesa mucho señalar la simplicidad y la idiotez a la que nos hemos entregado.

La palabra cruda sin condimentos ni aditivos, si no volviendo a su raíz primigenia desde una de las disciplinas en las que mejor se puede construir todo esto que es el teatro del absurdo. A estos profesionales se les puede disfrutar desde el 17 al 21 de Julio en el Teatro del Barrio. 

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