Crítica «El inconveniente» – Teatro Cervantes
VIVIR
Hoy he podido sentir una experiencia nueva e interesante ya que me encanta la película de «El inconveniente» y quería comprobar su adaptación teatral con los cambios lógicos y acertados que iba a descubrir en el escenario del Teatro Cervantes.
Es una función que habla de nuestras incertidumbres y de dos personas que se encuentran solas encontrándose en el mejor momento para hacerse compañía. Cada uno con sus egoísmos particulares para finalmente entender y aceptar a la otra persona, y que se haga parte imprescindible de sus propios caminos.
En esta ocasión el comprador del piso, Luis, es un hombre, y apreciamos de una manera más destacada su arco evolutivo de personaje en el que de empezar como un hombre limpio, pulcro e intachable pasa a ser más desinhibido y comportarse según los propios instintos que siente. Y «el inceonveniente» es Lola, donde volvemos a ser testigos de una actuación intachable de Kiti Mánver que le ha hecho valedora en esta 40 edición del Festival de Teatro del Premio Málaga de Teatro 2023 siendo el mes de octubre cuando se cumplen 54 años de carrera profesional, aunque creo que uno de los mayores reconocimientos es seguir siendo vista por diferentes generaciones que la admiran por su ampliada trayectoria o quienes la descubren por primera vez, y se llevan su gran maestría en sus ojos.
Aunque la función se desarrolle en un único escenario que es el piso en cuestión, las luces juegan un papel fundamental en el desarrollo y comprensión de todas las escenas y fases por las que pasan todos los protagonistas. Ambos se necesitan, tanto para el propio espectáculo que son sus personajes en si y sus diálogos, como para entender que tenemos un miedo atroz a la soledad.
No recordaba mi propia emoción al reconocer en el personaje de Kiti Mánver una cualidad que me ponía de los nervios de mi propia madre que era el adelantarse a adivinar cosas y no dejar que la sorprendieran, y es que en la obra cada uno puede reconocer esas fases de nuestra existencia en las que reconocemos nuestros actos o el de personas cercanas. Principalmente «El inconveniente» habla de ese «siempre ahora» tan importante que nos hace recordar que estamos vivos.
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