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Me negaba a verla. Tengo una relación complicada con el miedo. No soy de esas espectadoras que disfrutan cuando les pegan un «latigazo» en el corazón, lo envidio y lo admiro porque la mayoría de los aficionados a este género son capaces de sobreponerse enseguida de un susto, y yo voy renqueando hasta que mis pesadillas se encargan de terminar de culminar mi angustia.

Hubo dos circunstancias que me animaron finalmente a que fuera a ver «Joker» al cine, afortunadamente, y ninguna de ellas tiene que ver con las miles de reacciones positivas al trabajo de Phoenix, que son totalmente ciertas, porque nunca me he dejado llevar por el pensamiento crítico de los demás. Tal y como estoy haciendo yo ahora, es mi perspectiva y lo que yo sentí, de manera totalmente subjetiva porque en estos menesteres la objetividad no puede ejercerse. Siempre priman nuestras preferencias y gustos, y no tienen nada que ver con la intención de lo que el público busca o necesita de una película.

Las dos circunstancias que me animaron a verla fue que fui acompañada, y sí lo reconozco soy independiente y voy a la mayoría de eventos culturales por mi misma, pero aquí había algo que me hacía no ir a verla sola, y era el miedo a lo que mis emociones se iban a encontrar en la pantalla y si no iba a ser capaz de estar sin taparme los ojos en la mayor parte del film, y el segundo motivo fue ver un reportaje sobre la preparación del actor sobre este personaje. Y mi curiosidad pudo con el miedo. Adoro los antagonistas, les amo porque reflejan muchas veces la verdadera cara humana que no queremos sacar nunca por lo políticamente incorrecto, pero no me gusta que los estereotipen o que simplemente gane el bueno porque tiene que ganar, y no lo entienda por lo perfectamente construido que está su contrario. Eso lo detesto.

Les tengo que decir que para mi «Joker» ha sido una obra maestra. En muchos aspectos. No es simplemente lo de Joaquin Phoenix que ya cualquier experto cinematográfico ha podido otorgarle todos los calificativos de admiración que se merece, sino que Todd Phillips, que es el responsable de «Resacón en las Vegas» acordémonos, ha creado con un personaje de cómic y la propia explicación de porqué se forma y adquiere ese cariz en su vida, una simbología alucinante que no se aleja de nuestros tiempos actuales.

Entre todos esos mensajes que no dejan de lanzarse durante estas dos horas, como recalco con un maestro de ceremonias impecable como es Joaquin Phoenix, nos encontramos con diálogos tan brutales como «la peor parte de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras», y es completamente cierto. Te duele lo que observas porque así nos comportamos en sociedad, apartando al diferente, a lo que no conocemos y a lo que no se adapta a la comunidad mayor, y qué mejor que verlo tipificado en alguien que nos pueda parecer excéntrico y esperpéntico como puede ser Arthur Fleck, «Joker». La cuestión no es justificar pero sí ver al mundo que nos rodea en ese oscurantismo a lo Gotham, donde nos da miedo lo que nos pueda quitar el otro, donde no entendemos lo diferente o donde el odio y la burla son las emociones que más fáciles salen a flote en nuestra vida cotidiana porque hemos querido forjarlos a raíz de determinadas mentes poderosas que deciden por nosotros, y que influyen en nuestra manera de pensar.

Adjunto el trailer en versión original porque es un crimen no verla en inglés. Perder esos matices y esa atmósfera que te hace que las dos horas de película pasen de manera tan natural por todo el arco emocional por el que pasa Joaquin Phoenix, ternura, comprensión, soledad, rebeldía, sueños y todo lo que estoy convencida que cada uno captará de su propuesta interpretativa, que es una pena que se valore con una versión doblada que no sigue exactamente los silencios o el cariz que el intérprete le ha dado a este rol.

No voy a insistir en ese Oscar a la mejor interpretación porque es de cajón que todo lo que ha generado Joaquin Phoenix en este trabajo se sale de lo que puede generar una labor de estas características, y en ese sentido Todd Phillips me da la impresión que ha creado un antes y después tan interesante en reflejar de forma tan sincera cómo nos comportamos las personas en muchos aspectos que ya tenemos fijados en la mente y en nuestro comportamiento del día a día, incluyendo además muchas referencias que nos son muy cercanas y otras más para amantes del cine. Cualquier expresión cultural que nos haga hacer esa reflexión interna e identificarla de manera tan real y cierta es digna de admiración, y merecedora de que no sean tontos como yo y piensen en perderse una joya cinematográfica como ésta.

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