Crítica «La furia» – 28 Festival de Cine de Málaga
UNA HISTORIA CONTADA CINEMATOGRÁFICAMENTE PARA QUE LLEGUE AL PÚBLICO
No nos hemos encontrado campo esta mañana, pero el otro espacio habitual de las películas de esta 28 edición del Festival de Cine Español de Málaga son las discotecas. Y en «La furia» nos la encontramos desde el comienzo. El ritmo, un gran acierto de guión, es una pulsación constante de esos ritmos constantes con los que los jóvenes bailan, como en este caso la protagonista que interpreta Ángela Cervantes, quién celebrando fin de año, no podía imaginarse qué se convertiría en su peor noche siendo violada por alguien en quién principio desconoce.
Al ocurrir, la actriz logra determinar un realismo en su actitud no solo emocional, si no también corporal, en el que cumple la máxima de no querer contar lo que ha sucedido, la razón más primordial de todas es la vergüenza, y lleva encima ese sufrimiento durante toda la película hasta que sí decide contárselo a su hermano, quién es el portador de esa furia que no parará hasta encontrar quién fue el autor de la violación.
Uno de los factores para mi imprescindibles del acierto de «La furia» es la elección de la directora de esas diferencias temporales donde todo queda contextualizado a la perfección sin perderse, pero además origina sobre todo en escenas en conjunto con muchos actores, unas imágenes adictivas que se te quedan en la retina con el juego de luces de las mesas y las lámparas, y en otras escenas añadiéndole la potencia del rojo que queda en esas escenas aún mas cautivadoras reflejando esa ira o la sangre. Gemma expresaba que le interesaba esta estructura fragmentada, porque les ayudaba a contar la desorientación del proceso traumático.
También es destacado, como hace la propia mención la directora, cómo la propia profesión de actriz de la protagonista le sirve para que el teatro sea catalizador de las emociones que está experimentando, y mucho más teniendo que interpretar a un personaje con tanta fuerza como es Medea.
La guionista también revelaba que es una película que abre y desgrana esa oscuridad que genera, y que tiene una mirada más cruda y más de entraña sobre la agresión sexual. Eso es algo que certeramente logra en el resultado final de «La furia». Esa violencia era del interés en Gemma Blasco utilizando no solo el discurso narrativo si no la potencia de la cámara, para llegar toda esa reflexión al espectador a través del cine.
Ángela Cervantes que ya conocía a Gemma de mucho tiempo encontró este personaje como un privilegio y un regalazo, y una forma que ambas trabajaron fue la de extremar las emociones, ya que la película de lo que más trata es de la condición humana. Estructuraron en el guión muy bien esas fases que hablábamos que Ángela lleva con mucha realidad, y se ve solo pero de manera muy profunda ese inicio del proceso traumático.
Álex Monner también tiene ocasión de hablar de su personaje explicando que no practica la escucha y que le pilla sin ninguna herramienta para gestionar lo que le sucede. La elección más cruda era determinar en qué momentos mantenía esa oscuridad (con esa violencia) y en cuáles bajaba la guardia y era más cercano con su hermana. Pero como bien sentencia, es el verdadero antagonista de la película.
No es de las películas que se me haya quedado en el recuerdo de esta 28 edición del Festival de Cine de Málaga, pero es un trabajo honesto y arriesgado que funciona, pero que en comparación con otros trabajos resalto otros atractivos que me han resultado más interesantes.
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