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«No hay microscopio más sutil que la inteligencia». Es una frase que me apasiona y que me vino a la cabeza después de disfrutar la función de «Tiempos Viejos» durante el Festival de Teatro de Málaga en el Teatro Echegaray. Si hay algo que admiro cuando se utiliza de manera tan adecuada y emocional es la sutilidad, y mucho más si hablamos de teatro gestual se refiere y del que la compañía Tantontería Teatro son auténticos especialistas, cosa que también nos demostraron con su infantil «Gruñidos».

«Tiempos viejos» no tiene generación ni época. Lo único que hay que realizar es dejarse llevar por los dos personajes planteados por Javi Sancho y Ester Abad, y a partir de su viaje que cada espectador capte su propia historia a la que por los elementos y propias interpretaciones de los actores, se les van añadiendo esos contenidos que hacen que se generen en tu interior todo tipo de sentimientos. Y lo más interesante de todo esto es la libertad que se va produciendo en cada uno de nosotros para hacer de la historia de José y Vicenta que sea la nuestra. Y de la manera que cada uno queramos interpretar y nos quedemos para nosotros.

Ambos artistas juegan perfectamente con el espacio y con el público, interpelan para luego retomar el hilo, generan en bucle las acciones que son necesarias para que surja la comicidad, improvisan y qué maravilla cuando lo hacen, y cuando entran conjuntamente en las escenas, de verdad que es un disfrute vivir escenas tan reconocibles junto a ellos como las sorpresas que no cesan durante el montaje. Así que el resultado no puede ser más que un recorrido de no poder parar de reír en muchos momentos, reconocer esas ganas de coger la vida y no querer soltarla como la impotencia de que tu cuerpo no responda a lo que realmente querrías, y finalmente tristeza en forma de reflexiones vitales que se reconocen al instante. En definitiva, lo que el teatro debe hacerte remover por dentro con esa herramienta que me hace vibrar cuando se usa con inteligencia que es la sutilidad.

Deseo que tomen muchos tiempos, tanto viejos como actuales, porque el verdadero valor de las historias no es simplemente su conclusión si no cómo nos hacen recorrer ese camino. Vivan las funciones que te despiertan recuerdos, amores y risas. Viva la poesía vital de Tantontería Teatro.

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