Crónica «La M.O.D.A» – Sala París 15

NO TE OLVIDES DE DONDE VIENES

Salgo de un espectáculo que rememora el recuerdo pero se actualiza a hablar de lo que ahora es importante para este siglo. «La M.O.D.A», acrónimo de «La maravillosa orquesta del Alcohol» son músicos burgaleses que han ahondado en una calidad energética instrumental y de letra apabullante que ya me dieron una grata impresión cuando tuve la ocasión de descubrirles en el programa, «Un programa llamado mundo» de Javier Limón.

Al igual que me pasó con Izal, no conocía sus letras pero quería sentir en directo que quieren decir y transmitir, y además de percibir a un público entregado que a pesar de estar a tantos kilómetros de distancia los han sentido muy cerca, en cuanto a acompañar a todos los temas con los que la banda lo han dado todo en la sala París 15, me he dado cuenta del alto nivel compositivo y armónico que tiene la música en nuestro país. Estos chicos no dejan indiferente a nadie, y su mensaje llega además en una propuesta grupal en la que sobresale únicamente el legado de su tierra, de sus historias y de su música.

Ellos son Alvar de Pablo (saxofón, clarinete y coros), Caleb Melguizo (batería y percusiones), Joselito Maravillas ‘El reverendo del blues’ (acordeón y coros), Jorge Juan Mariscal (bajo), David Ruiz (voz y guitarra), Jacobo Naya (teclados, percusiones, banjo y guitarra) y Nacho Mur (guitarra y mandolina). 10 años de andanzas, de tropiezos pandémicos para volverse a levantar y unas ganas tremendas de no cesar sin descanso en un concierto sublime donde muchos les hemos descubierto, y otros han satisfecho sus ganas de volver a compartir eventos como éste en Málaga, vestidos con sus camisetas reflejando «Héroes del sábado» o simplemente llevando su indumentaria para pasar calor de vaqueros y camiseta blanca.

Con tan solo cinco minutos de retraso, que se agradece, empiezan con «Un lunes» cantando sin salir aún para luego aparecer con fuerza y colocarse ya en línea de posición para darlo todo, los coros de Alvar son brutales y suena el primer «buenas noches Málaga». Y es el turno de la presentación del nuevo disco del grupo llamado «Nuevo cancionero burgalés» inspirado en el repertorio popular de Burgos. De aquí extraen «La molinera» y también ya nos percatamos del cuidado del juego de luces para ir describiendo las atmósferas cambiantes de las canciones.

Alvar pasa del saxo al clarinete, y el bajo de Jorge Juan Mariscal suena con extremada fuerza y remarcan muy especialmente las estrofas de «Una canción para no decir te quiero». En estos momentos es lo que me encanta de descubrir grupos nuevos e interesantes que es captar esas idiosincrasias que ya repetirán como formación en otros shows, en este caso me llama la atención David Ruiz y su oscilante movimiento de guitarra, la sonrisa eterna y que tiene un timbre especial que se hace más tierno cuando canta cerrando los ojos. Exclama «Málaga» como si de un concierto heavy se tratase mientras vemos acabar la canción con luces rojas de fondo.

La batería de Caleb Melguizo y el acordeón de Joselito Maravillas presiden con brillantez el tema «La inmensidad», desde que suenan esos primeros acordes el público la reconoce y van a conjunto, de hecho David interpela, «¿cómo es, Málaga?. Nos pegamos a continuación un subidón de caña tremendo y ese fondo rojo que marca «Mil demonios», y sigo flipando con esos intervalos solo instrumentales que marcan esos silencios para cambiar el ritmo y hacer una evolución totalmente alucinante de las canciones. Merece mucho la pena sentirles en directo, se palpa un espíritu compañero y de potencia brutal.

Sin tiempo para descansar y con fondo en blanco, empieza a hablar David Ruiz por primera vez. Me doy cuenta que utiliza mucho la palabra «peña» y se presentan como un grupo de Burgos que se encuentran felices de poder actuar sin estar sentados en sillas y con mascarilla. Y cantan otro de los temas de su último disco, «Miraflores», después bajo y acordeón nos deleitan con unas melodías que me recuerdan a esos cuentos cantados por trovadores en «Vasos vacíos», y David le dice a los asistentes que canten y disfruten «como si fuera la última, Málaga».

Seguidamente hay un cambio hacia arriba de nivel en los temas elegidos para el concierto, en los que toda la instrumentación más los gritos desgarradores de David hacen que sienta una energía activa y viva que es más que necesaria para un viernes agotador después de currar. Esta maravilla con comienzo brutal es «El camino», después contamos un, dos, tres para que con un coro de los que van marcando todo el concierto, más la guitarra de Nacho Mur que anima con gran intensidad a la gente nos canten «La vieja banda».

Que me gusta una harmónica, y el público corea esta vez «PRMVR» y de la harmónica pasamos a la pandereta, con las manos al alza y un Jacobo Naya delirante cuyos pelos no pueden parar de chocar con su piano al interpretar con tanta intensidad, e igualmente pasa cuando coge el banjo. Escuchamos el saxo de ponernos alerta, nuevamente luces rojas y «Catedrales» donde ya es otro cambio hacia canciones más melódicas sin perder la fuerza instrumental. Esa transición final con las guitarras se me quedará marcada de este concierto, y ese final de voz de David con un nuevo «muchas gracias». Hasta en esas melodías menos intensas, se transmite un espíritu de unidad y colectividad que es de gran belleza.

Vuelven a coger la palabra para darnos las gracias de verdad a la «peña», diciendo que quieren transmitir la música de su tierra que pasa de generación en generación, de bisabuelos hasta ahora y que les hace ilusión compartir todo con nosotras y nosotros. Y suena «Canción de cuna» con esa ternura de clarinete que es pura magia y sensibilidad. Después «Mes de mayo», donde siento una interpretación más sentido con el fondo de luces verdes.

Es momento nuevamente del subidón de banjo y oboe, fondo en esta ocasión de luces amarillas para llegar a «No canto yo», con un momentazo a capella que se queda para mi como de lo mejor del concierto, pasando a esa fase «Amelie» cuando escucho comenzar con ese acordeón tan estupendo e interpretar «Hay un fuego», con fondo de luces azules, el saxo cobrando protagonismo y un desenlace desgarrador.

Seguimos el viaje con «Miles Davis» donde me percato de esas referencias que me vuelven loca, y entiendo que no solo viven de la tradición, si no de sus propias influencias, a continuación hacen resaltar lo sudados que están ellos y nosotros, que se sienten el grupo más afortunado del mundo y expresando esa gratitud a la «peña» que ha copado prácticamente toda la sala París 15. Y escuchamos el tema que para mi es la revelación de esta banda que es «Himno nacional», donde tengo incluso que detener mis notas en la libreta para seguir la letra con atención.

Acercándonos al final es el turno de «La vuelta», que tiene esa parte hablada en forma de rap muy interesante y un acento especial a la percusión y al saxo, después «Gasoline» donde se le mete de repente una caña brutal al público y exclaman «Vamos Málaga» y vaya comienzo tan chulo del banjo, aquí incluso cambian un poco las posiciones de los artistas para llegar también a «Colectivo nostalgia», donde nos regalan una interpretación a voz y piano espectacular, y seguidamente «Los lobos».

Se van del escenario para ese momento «bises y propinas» y regresan con «Nómadas» agradeciendo de nuevo tanto cariño a mucha gente que ha venido de diferentes partes de Andalucía y que también han hecho muchos kilómetros para llegar a arropar a «La M.O.D.A», y nos precipitamos al final con «1932», la más esperadísima por la gente que es «Héroes del sábado» y culminar con «Mañana voy a Burgos».

Me quedo asombrada de esa manera de sobrepasar todas estas cancioncicas a través de este ejercicio musical increíble, que nos hace aprender de una tierra desconocida pero que gracias a unas letras de problemas universales y unas melodías que hacen soñar, logran que seguidores como el camarero Salem de la París 15 haya vivido y me haya transmitido mientras redactaba mis notas en la libreta todo el buen sentir de estos fans que seguro que no olvidan de donde vienen.