Crónica «Las distancias» – 21 edición Festival de Cine en Español de Málaga

LOS DEBERES HECHOS A LOS 35

El Festival va llegando a su ecuador y en este comienzo de semana, especialmente desde ayer, están empezando a llegar las películas más personales y que pretenden esa retroalimentación con el espectador para que tenga un debate posterior después de reflexionar sobre los personajes de las historias propuestas. En «Las distancias», película de Elena Trapé, vemos esos espacios personales que quieren seguir manteniendo en diferentes aspectos en las acciones de los protagonistas. Todo engalanado en un marco emblemático donde encontramos la atmósfera idónea de la película como es Berlín, una ciudad que se esconde en invierno y se convierte en más oscura.

En «Las distancias», propuesta catalana más que interesante de esas que siempre se esperan en nuestro festival, los personajes principales son un grupo de amigos que deciden visitar inesperadamente, aprovechando la circunstancia de su cumpleaños, a otro miembro del grupo de la universidad que decidió irse a trabajar a Berlin. En ese viaje lo que más observamos son los secretos que cada protagonista quiere esconder y las propias distancias en diferentes vertientes que deciden asumir para cada problema y rumbo de su vida.

Uno de los aspectos más interesantes de este film es que te puedes sentir identificado absolutamente con todos los personajes, con ese realismo desde fuera de Comas, la búsqueda de cariño de Eloi, la protección y el querer agarrarse a una vida que ya no toma el camino deseada en el caso de Olivia o el amor que se va desmoronando en el caso de Guille y Anna. Cada uno muestra sutilezas con las que armamos su personalidad, y a medida que avanza la película vamos encajando las piezas del puzzle para construir esta historia, que nos va añadiendo datos que aclaran muchas dudas. Son perfiles muy marcados en la película y que configuran su propia voz, no como película generacional, sino que todos han sido afectados por ese globo del bienestar que ha sido desinflado. Las promesas de futuro no han sido realzadas, y al final la realidad te pega un golpe en la pared, y este guión lo refleja en esas propias decisiones más acertadas o no que asumimos en nuestra vida.

Miki Esparbé nos decía en la entrevista que pudimos mantener con él que cuando trabaja con los personajes su reto es entenderlos, justificar lo que les pasa sin juzgar, y luego intentar salvarlos a su manera. «Yo entiendo a este tipo, yo entiendo que es un tío que no lo sabe hacer mejor, que se mueve por una situación límite por el miedo y que no puede hacer más». Comas es el personaje más honesto desde el principio y las decisiones que toma a lo largo de la película es que no está preparado para vivir el momento presente, no tiene las herramientas ni llega con los deberes hechos a los 35. Y no le apetece mantener viva una relación permanentemente con una gente con la que ya no tiene nexos en común, en realidad lo que tiene es el pasado que es un motor bestial (nostalgia y recuerdos), pero todo eso no deja de formar parte de algo que ya ha pasado. Intenta vivir el presente aunque no le convenza ni le fascine.

Hay una escena clave cuyo eje central es Olivia, personaje que interpreta Alexandra Jiménez, en la que intenta ponerse un vestido ajustado estando su rol embarazada y ahí denotas a lo que se quiere agarrar tras tomar una decisión en su vida que no quiere asumir. En sus propias palabras también en la charla que pudimos tener con ella nos relata que Olivia «demuestra patetismo y ternura porque cuando la ves que está metiendo la pata todo el rato y quiere parar el tiempo para volver a ser la que era». Se nota que la actriz quería y deseaba un personaje así, y por ello creo que es con la que más empatizas y a la que más entiendes en sus equivocados impulsos. Es muy atractivo el hecho de que sean personajes contradictorios y no complacientes, normalmente tienden a reaccionar como el público espera de ellos, y les aseguro que no es el caso.

Aparentemente al ver este tipo de proyectos rodados de una manera libre y donde la cámara parece que fluye fácilmente, uno puede pensar en la poca dificultad pero, absolutamente todos los actores, tuvieron que repetir más de una vez las tomas pensando que ya habían hecho al buena. Y al ver el resultado final lo entendieron perfectamente ese esfuerzo. Es la precisión muy concreta de Elena Trapé que buscaba cosas diferentes cada vez que se repetían esas escenas. Cuando se lograba ese matiz bueno, pensaba en otro, así se ha cubierto mucho de miradas, silencios y líneas de pensamiento. Se llevó material muy rico al montaje, logrando que tuviera una coherencia fantástica en la edición.

La problemática que tiene «Las distancias» es precisamente este último punto. Los silencios. Aclaramos su intención tal y como lo explicó su directora, Elena Trapé en rueda de prensa. Inicialmente se trabajó en la definición de personajes, especialmente en esos detalles que os comentaba antes que ayudaban al raccord emocional, pero en el montaje se fue perdiendo diálogo a medida que el equipo contemplaba cómo funcionaban esas miradas, que explicaban más que las propias palabras. Y el resultado es bueno, pero ante esta premisa el público que decida ver esta trama tiene que tener esto en cuenta, ya que sino ese ritmo más pausado con una evolución dinámica pero que se alarga en el tiempo y en esos vacíos de texto, en el que se profundiza más en otro tipo de comunicación no verbal, puede resultarles tedioso.

No nos podemos olvidar que también se habla del paso del tiempo y Alexandra nos lo recalca porque «cada vez estamos más sometidos, ya no sólo a las expectativas que tienes tú sino las que te obligan a tener. Lo concluímos tras hablar de esa época de los 35, reconocida por muchos incluida una servidora, en la que parece que ya teníamos que haber cumplido unas metas establecidas socialmente, y continúa «hoy en día te tienes que explotar a ti mismo para llegar a abarcar todo lo que se supone que tienes que abarcar, y ser una persona productiva y triunfadora que resulta horrible». Lo que conseguimos con esto, y es una de las reflexiones de «Las distancias» es que no dejas que nada te cale y se quede de verdad.

«Me es difícil no volcar cosas personales en lo que hago», así lo sentenciaba la realizadora en su presentación y es lo que más se puede alabar en este abanico de posibilidad que ofrece esta 21 edición del Festival. Siempre estamos más que receptivos a que estos creadores nos hablen de sus propias distancias personales. Que lleguen muchas más desde esa autenticidad y este certamen seguirá creciendo a lo grande. En septiembre se podrá disfrutar en la gran pantalla en muchos cines de España. Y me quedo con una gran reflexión que nos dejaba Miki Esparbé al preguntarle por esta gran oleada de directores que se arriesgan con estas propuestas de retroalimentación con el público y es totalmente claro, «cualquier ejercicio cinematográfico que parta de cualquier director que trate de ser honesto con parte de lo que haya vivido o dejado de vivir, me parece que reúne mucho necesariamente para esos fines fílmicos en los que se crea una fórmula que no existe sobre la cual están logrando llegar al corazón del espectador».

Si queréis escuchar la entrevista con Miki Esparbé, sólo tenéis que pinchar en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-miki-esparbe-las-distancias-festival-audios-mp3_rf_25472135_1.html

Si queréis escuchar la entrevista con Alexandra Jiménez, sólo tenéis que pinchar en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-alexandra-jimenez-las-distancias-21-audios-mp3_rf_25472154_1.html