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Nicole Kidman sorprende en el papel de esta agente del FBI cuya vida se va a pique a medida que debe hurgar en heridas antiguas como infiltrada en una banda de drogas. Y no es que haya recurrido a ese viejo truco que muchos sentenciamos de que estropear físicamente a actrices tan bellas, les hagan ser más valoradas en los premios más destacados del cine. Aquí en «Destroyer. Una mujer herida», se arriesga en un papel nada agradable a los ojos del espectador, donde continuamente toma decisiones vengativas a costa de su propia hija y su propio futuro, al que ya no le quiere rendir cuentas. Y les aseguro que no es tampoco porque continuamente tenga esa cara amargada de thriller, producto de un carácter antisocial como muchas protagonistas de series policíacas de este tipo (se me viene a la cabeza Diane Kruger en «The Bridge»), porque el mayor valor de esta historia es cómo está contada, y que a pesar de un ritmo lento de una producción que dura dos horas, en mi caso la interpretación de Kidman me tuvo atrapada en su abismo hacia lo más oscuro y triste que tenemos los seres humanos, y también en lo que iba realizando para continuar en su objetivo de poner la justicia exacta que buscó desde su tormentoso pasado.

Su personaje, Erin Bell, habla desde los ojos. Da igual lo demacrada que esté producto de una continua pesadumbre provocada por el alcohol. Cuando Kidman mira a cámara, sabes el siguiente paso y lo que le está pasando por la cabeza. Es un trabajo de generosidad, en el que la tristeza no debe deslumbra a la inteligencia de la profesión a la que pertenece, ni tampoco a la humanidad de querer poner en su sitio lo que injustamente hizo que su vida fuera al traste, para poder redimirse de los errores cometidos.

La película es una gran opción si te la tomas con calma, vas descubriendo cada aspecto que conforma el puzzle de lo que se nos presenta en «Destroyer. Una mujer herida», hasta llegar a ese increíble momento donde toco encaja y tiene sentido haber disfrutado de tanto tiempo de narración fílmica. En el caso que no suceda se hace larga, pero en mi caso  todos los elementos escogidos para crear toda la atmósfera, más la estructura del guión y el montaje, me retrotrajo a esas películas que se cuentan desde la calma para saber que has disfrutado de algo bien contado, y que te ha transmitido desde el principio. Y excelente sentir la labor de Nicole Kidman, aunque sólo se le reconozca por sus ojos.

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