LA IMAGEN DEL TEATRO

Y llegó el gran día. El motivo por el que este arcón se desplazó hasta la ciudad de Olmedo y quiso descubrir su Festival. Concha Velasco actuaba en casa y en otro reto, aún más difícil todavía, a sus 76 años. Interpretar a Juana de Castilla. Curiosamente, lo interpreta a la misma edad que muere la propia reina en la cárcel de Tordesillas, pero Concha está más viva que nunca y una vez más, hace que el teatro tenga sentido. Sería la perfecta embajadora para demostrar porqué el teatro es importante y necesario en nuestras vidas. Sería el ejemplo de porqué el teatro no debería desaparecer nunca

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Como os comento, mis nervios estaban a flor de piel. Ya había pisado la grada y el suelo de este Palacio de la Corrala de los Caballeros que rezuma teatro por todos sus rincones. El día anterior con «Ricardo III» me fijo en las grandes dimensiones y amplitud del espacio y reconozco temer por Concha y el estar sola en el escenario interpretando un papel sumamente complicado. Pero ya estaba a punto de ser testigo de esta representación de «Reina Juana» en la tierra natal de la querida actriz.

El tembleque del cuerpo se me pasa al momento cuando veo salir a Concha y tumbarse en la cama del escenario. Uno de los pocos elementos con los que cuenta la artista en su hora y media de monólogo. Concha Velasco hace de lo difícil, fácil. Es la reina de los silencios en los grandes discursos teatrales. Domina las pausas como no he visto a ninguna intérprete en mi vida. Y trabaja los textos lo que no está escrito. Como me confiesa el periodista, Juan Ignacio García, de ABC con quién he compartido estancia y disfrute teatral estos días, «Concha tiene una memoria prodigiosa». Y tiene mas razón que un santo. El texto de Ernesto Caballero es una auténtica maravilla y un dulce para cualquiera. Pero este manjar era para Concha. Y sin quitarle la razón a la memoria, no es solamente eso. Lo brillante de Concha Velasco es su inteligente capacidad para hacer que esas palabras sean suyas y no le pertenezcan al autor aunque las escriba magistralmente. Lo inexplicable es cómo pasa del llanto a la risa en dos segundos y te lo crees. Y cómo es capaz de hacerte ver todas nuestras miserias y dudas en la piel de esta mujer que estuvo encerrada 46 años en la cárcel de Tordesillas.

Concha es nuestra reina Juana de Castilla e impresiona volviéndose más grande todavía en el escenario. Nos habla de una manera juvenil y soñadora de su casamiento con Felipe «El Hermoso». Se siente impotente ante la decisión de su padre «Fernando el Católico» y luego su hijo Carlos I de encerrarla en esa presión juzgada por loca y que es incapaz de gobernar. En ese discurso, no pude evitar contener mis lágrimas de emoción al realizar unas palabras que trasladaba a nuestra contemporaneidad cuando ella defendía su manera de decir las cosas y de actuar con el corazón, que ese era el motivo de su locura. Y en esa súplica de que alguien la entendiera, yo quería levantarme de mi butaca y abrazarla para mostrar mi empatía y cariño. Y eso se mantiene durante toda la obra y ¡qué difícil es eso!. Mantener una tensión, un ritmo y una atención constante de ese público que llenó esa Corrala Palacio del Caballero que no podía apartar los ojos de ella, sufrir con su destino tan desgraciado y ser partícipes de ese desahogo que necesita expulsar y que se retrata, en esta adaptación de Caballero, en el padre Francisco de Borja, quién realmente en esa época le escuchó a través de su nieto Felipe.

Al finalizar este cúmulo de emociones, los aplausos son tremendamente estruendosos para Concha Velasco. Se acercan personas a felicitarla y retoma una de sus costumbres de tomar la palabra al acabar la función. Explica su preocupación al darse cuenta que podía no ser escuchada por parte del público que estaba sentado en los laterales del escenario y pide perdón por si no ha estado a la altura en esos instantes. Ante eso, me cercioro que es la mejor profesional y generosa que existe en España y que tomé la mejor decisión del mundo viniendo aquí a sentirla para trasladar mi emoción en este humilde arcón. Nadie se había percatado de esa inquietud que Concha tenía y aún así se debe fervientemente a su público.

Concha Velasco es un verdadero ejemplo que afortunadamente el teatro nos va a seguir dando. Los escenarios piden que sea ella quién interprete los personajes que se trabaja desde la primera coma hasta la última. Decía Lorca que «el teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse humana, habla y grita, llora y se desespera». Por eso, el teatro es Concha Velasco.

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