ME DA MUCHA ENVIDIA LA GENTE QUE ES CAPAZ DE VIVIR VARIAS VIDAS EN UNA, ME PARECE UN ACTO DE VALENTÍA TOTAL

Vanessa Montfort durante nuestra entrevista. Fotografía de Carlos Freire.
Vanessa Montfort durante nuestra entrevista. Fotografía de Carlos Freire.

Lo interesante que tienen las entrevistas es que en muchas ocasiones no puedes vaticinar qué va a ocurrir después de una pregunta, después de un rato de conversación interesante y donde el protagonista tiene la suficiente serenidad y generosidad para compartir su mundo y sus proyectos. Cuando tuve delante a Vanessa Montfort, sabía que me encontraba ante una autora que rebosa la misma sinceridad en sus palabras habladas como las que escribe en sus libros, y lo vais a comprobar en este entrevista por su último libro, «El sueño de la crisálida».

P: Me da la impresión que aspectos que has ido conociendo de tu vida los has puesto en boca de Patricia, una de las protagonistas de este libro

Vanessa Montfort: Yo quiero por lo menos en algún momento se detengan a pensar que es lo que te hace feliz. Porque cuando tu apuntas algo con el dedo como felicidad, vas a ir a por ello como un loco y a lo mejor lo apuntaste hace tantos años que ya ni te acuerdas de porqué querías aquello. Un día llegas hasta ahí, y te das cuenta que no era eso. Por eso Patricia habla tanto de «la rueda del hamster», porque a esa velocidad te es muy difícil saber hacia donde vas o si quieres ir hacía allí o no. Igual que te es difícil tener empatía con los otros, en fin muchas cosas sobre las que yo he reflexionado en este tiempo porque yo también soy parte de esa sociedad de la prisa y el malestar. Entonces el personaje de Patricia, que por primera vez es un alter ego mio porque mira que me preguntaron veces con «Mujeres que compran flores» detrás de cual de los personajes estaba yo y no podía decir que estuviera detrás de ninguna, quizá un poco más de la superwomen pero tampoco, es decir generalmente me encanta hablar de la vida de los otros y rara vez buceo en mi como personaje, porque yo estoy con esa frase de «la mayoría de nosotros no tenemos un buen personaje literario». Patricia es mucho más interesante que yo, literariamente hablando.

P: Yo tengo la teoría de que todo el mundo tiene una entrevista, sólo hay que saber escuchar. Y a Patricia le sucede cuando encuentra a Greta, la otra protagonista de tu novela, y además lo hace en un momento de descrédito de su profesión como periodista realmente interesante

Vanessa Montfort: Las dos están en un momento de descreidad total. Las han apartado de su vocación. En el caso de Greta, su vocación como religiosa que la sigue teniendo cuando la echan de la Iglesia, la han echado y no puede seguir ejerciendo su profesión como nos pudiera pasar a ti o a mi si nos echan de un canal de televisión. En este caso, yo decía que esta mujer tenía que hacer una transformación de su vida que pasa por un 360 grados, es decir yo nunca me había encontrado con un caso de una persona que tuviera que hacer una crisálida completa. A mi me da mucha envidia la gente que es capaz de vivir varias vidas en una, me parece que es un acto de valentía total. Esta gente que de repente dice «ahora me cambio de país», o que no están bien con sus parejas y se atreven a estar solos. Cambiar en el sentido de lo que sea. Pero en el caso de Greta es que es un caso vital tan enorme que yo no he conocido a nadie que tenga que hacer un cambio que afecte a todos los aspectos de su vida, desde profesional que es el más obvio hasta las creencias, es decir «¿donde recolocas tus creencias? ¿las sigues teniendo? ¿te has decepcionado?». Ella las tiene pero las tiene que recolocar en otro lugar. Su relación con la iglesia cambia también, que la sigue teniendo esa relación pero tiene que ver como cambia eso. Tiene que plantearse como siente a nivel emocional y sexual porque eso no le estaba permitido. Tiene que aprender a peinarse porque antes no tenía pelo. Tiene que aprender a combinar los colores, a como utilizar una tarjeta de crédito y a vivir en nuestra sociedad de la prisa y el cansancio. Entonces claro yo decía que si esta mujer era capaz de hacer esto, qué no seremos capaces de hacer los demás a nivel de transformación vital. Esa fue mi reflexión. Entonces dije esta mujer que es real y que es lo más real que tiene la novela, era tan interesante lo que me contaba sobre lo que había vivido arrojando luz a la mujer dentro del mundo de la iglesia, que es algo de lo que apenas se habla. Es como un búnker. Eso me parecía muy interesante, pero todavía me parecía más interesante al final, curiosamente, su proceso de transformación y la luz que arroja sobre nuestra sociedad. Patricia empieza a ver su estilo de vida con ojos nuevos, con ojos de un alienígena que llega con 33 años y que nace en nuestro mundo del ruido cuando viene del silencio, nace en nuestro ritmo de vida cuando viene del sosiego y nace en una sociedad hiperconectada cuando viene de comunidades pobres y de países que no tienen nada que ver con la ciudad de Madrid, por ejemplo. En fin, nace con 33 años y no sabe como abrir una cuenta en un banco. Es que es alucinante. Entonces claro tu de repente dices «¿por qué pagamos siempre con dinero de plástico? ¿y por qué hablando de plásticos duermo yo con uno mordiéndolo por la noche y nos parece que hemos normalizado eso y nos parece todo normal?». Si a Patricia cuando se encuentra con ella en ese avión le parece kafkiano que alguien pertenezca a una congregación religiosa y decida apartarse del mundo, a Greta le va a parecer kafkiana la sociedad en la que tiene que reconstruirse porque es que es muy kakfiana. Entonces es un poco Sancho y Quijote, y Quiijote y Sancho.

Vanessa Montfort durante nuestra entrevista. Fotografía de Carlos Freire.
Vanessa Montfort durante nuestra entrevista. Fotografía de Carlos Freire.

P: Recíprocamente aprenden cada una que a pesar de la edad y que pasen los años, ellas puede cambiar las veces que quieran

Vanessa Montfort: Puedes reconsiderarlo todo hasta lo que creas que has asumido. Son una serie de personajes que son todos rebeldes con causa, unos salen peor parados que otros y en general todos son herejes. En el sentido no religioso del término, hereje como el que desafía al consenso. Y claro muchas veces depende del grupo humano donde caigas, pues igual que Greta al principio con sus mentoras en Colombia tenía una relación fantástica y la apoyan, cae en otros grupos humanos dentro de la misma iglesia que la destruyen. Es que realmente, de algo que se habla mucho que es de esa capacidad de algunas personas de acosar, derribar y maltratar a otro ser humano simplemente por su falta de empatía les molesta. Generalmente cuando uno salta del plano y desafía ese consenso, ese es uno de los peligros. Como estás reconsiderando algo,y  dices » a mi ese argumento de que esto siempre se ha hecho así, no me sirve», pues se meten en muchos problemas. Es un calvario en algunas ocasiones hacerte esa pregunta porque, de paso, si tu con tu comportamiento desafías lo que está establecido, el que sigue comportándose como está establecido, también le obligas a hacerse preguntas y eso a veces no gusta nada. Están muy cómodos sin hacerse preguntas.

P: Lo pones muy bien en solfa en el libro con la relación entre sexo e iglesia

Vanessa Montfort: Todos van en contra, en general, de esa hipocresía. Es decir, aquí hay cosas que pasan y van a seguir pasando. La única diferencia es que se hablen o no, porque lo estamos viendo. Pasa en el mundo del periodismo, pasa en el mundo de la ciencia o pasa en el mundo de las redes, es decir esos acosos y derribos de los que se hablan en la novela, ocurren. En el caso de la iglesia como en cualquier isla, tiene un gran debate abierto sobre la impunidad y sobre la sexualidad. Porque está claro que existe. Ahora, lo podemos ver o no. Y podemos hacer que sea más toxica o menos, en función de cómo se ataje el tema y cómo se trabaje. Está claro que lo tienen que trabajar. Es una cosa a la que no se ha mirado, es decir, hay en los religiosos un debate sobre la sexualidad, sobre el mal uso de ésta y sobre la impunidad. Sobre a lo que conduce el no hablar las cosas y no ponerle remedio. Entonces esto es un debate que ahora mismo yo no entendería que alguien de la iglesia se molestara por una novela como ésta, cuando me parece que la postura de la persona que entrevisté durante un año para recrear el personaje de Greta, y de otras más que he podido entrevistar, realmente todas coinciden en que hay cosas que ocurren y que la sexualidad es un tema dentro de un convento como puede ser dentro de un monasterio, la única diferencia es que una religiosa al contrario que un sacerdote vive en una comunidad como en un panal. Entonces no tiene una vida propia fuera de la comunidad, y si se la echa es muy difícil que pueda convertirse en otra cosa. La mayoría de las veces acaban siendo dependientes de su familia, acaban teniendo problemas psicológicos graves, y en este caso además está la injusticia de que a esta mujer se la echa como a otra de sus compañeras cuando está enferma y sin recursos. Hay un catálogo de delitos, desde un despido improcendente pasando porque no puedes pedir una baja por depresión si eres religiosa porque no estás dada de alta. Debería ser así pero puedo presentar papeles de vidas laborales para que se vea que no siempre es así.Esta persona que yo he conocido ha salido a la vida sin experiencia laboral habiendo trabajado quince años en colegios de lujo. Hay es donde hablo de la impunidad, hasta que punto por el hecho de estar en una comunidad no tienes que someterte a los mismos requisitos legales a los que se puede someter cualquier ciudadano de un país., incluyendo el hecho de que a una persona si se le ha maltratado laboralmente pueda denunciarlo, y los abusos sexuales no es que solamente ocurran en la iglesia es que también ocurren en la iglesia, como hay gente que roba o que hace otros delitos, la única diferencia es que se denuncie o no. El debate principal para mi es la impunidad, y por supuesto la sexualidad es una cuestión que se va a tener que revisar porque está claro que está trayendo muchísimos problemas.

Vanessa Montfort durante nuestra entrevista. Fotografía de Carlos Freire.
Vanessa Montfort durante nuestra entrevista. Fotografía de Carlos Freire.

P: Por lo menos que se abran los debates sobre estas cuestiones, y que no todo en la vida es blanco y negro. Hay una escala en la que mucha gente forma ya parte que son los grises.

Vanessa Montfort: No nos enseñan a dar nombre a nuestras emociones. No nos enseñan ni siquiera a localizarlas donde las sientes, con lo cual la mayoría de las veces como no le puedes dar nombre y otra cosa muy importante, a la velocidad a la que vamos es muy difícil sentir o tener cierta empatía con el otro, porque como no vas a saber porqué te ha ladrado ese compañero de trabajo porque no te vas a tomar un café con él, es más, no le vas ni a mirar a los ojos porque te vas a comunicar por wattsap dentro de la misma oficina, y luego están las redes que son un artificio en el cual nosotros publicamos estados de ánimo que muchas veces no son reales, todo eso contribuye a que los demás tengan una imagen de nosotros mismos que no tenemos, con lo cual la desconexión es evidente. Estamos con la falsa sensación de estar muy conectados a los demás, con la falsa sensación de tener muchos amigos, con la falsa sensación de libertad que es mucho más difícil combatirla si no sabes que estás más solo que la una, que no eres libre porque te estás autoexplotando y que no estás tan conectado, porque tú tienes la sensación como el hamster en su rueda que corre hacia algún lugar pero es que no corre hacia ninguno hasta que se queda frito de un infarto. No soy antitecnológica, además me parece que es una gran herramienta para acercar cuando no se tiene otro remedio. Hay un buen uso de la tecnología, como hay un buen uso del alcohol, del tabaco y de todo, pero estamos en un punto de adicción, imagino que es por la novedad pero no lo sé, pero que está provocando y ya lo dicen los sociólogos faltas de empatía importantes, incluso en los niños. Un wattsap como un mensaje de móvil o un messenger no tiene mirada. Un wattsap no llora, no se ríe y no siente, tú no percibes al otro, tienes solamente un nivel de comunicación ahí. La mayoría de las veces los carga el diablo y crean una serie de malentendidos y follones que es normal, porque no se pueden tener conversaciones importantes por mensaje.

P: Aparte de todas estas conclusiones que estamos sacando de leer «El sueño de la crisálida», el lector se divierte porque tienes un humor que se agradece

Vanessa Montfort: Ni el humor ni la luz. Si vas a hablar de la oscuridad del mundo desde mi punto de vista que sea desde algo luminoso. Ellas han sido víctimas de lo mismo pero han decidido no serlo en el futuro. Las conocemos gracias a las reconstrucción por haberse conocido entre ellas. Esa historia de amistad que existe contra todo pronóstico porque se parecen como un huevo a una castaña y tienen que vencer una tonelada de prejuicios la una contra la otra, hace que sus diálogos a veces sean muy divertidos. A las dos les cuestan las cosas, a una adaptarse a nuestro mundo y a la otra encontrar el sosiego. Esto no es un libro de autoayuda, es una reflexión crítica sobre el mundo contemporáneo en clave de humor, donde se es crítico con nuestra forma de vida y que contra viento y marea, estas dos mujeres se intentan hacer su crisálida como el resto de los personajes, pero está claro que vas contracorriente.

Portada de "El sueño de la crisálida". Fotografía de Carlos Freire.
Portada de «El sueño de la crisálida». Fotografía de Carlos Freire.

P: Eres una inquieta cultural, como dramaturga, productora o escritora. ¿Te encuentras en esa misma fase de cambios como la crisálida?

Vanessa Montfort: Estoy en un momento de mucha libertad. Todo el mundo te pregunta la presión después de un libro como «Mujeres que compran flores» porque es una cosa que al autor le deja tan perplejo, porque es un milagro que un lector coja un libro tuyo entre las manos pero que se vendad 22 ediciones ya no tiene categoría de milagro, es surrealista. Y además en todos los países donde está la novela. Más que presión, yo esa presión la he sentido siempre que sacas un nuevo libro, porque cada uno tiene su cosa y siempre quieres hacerlo mejor, pero he sentido mucha libertad. Para mí, este es un ejercicio de libertad que le debo a los lectores para darles las gracias. A mi lo único que me interesa es escribir desde las emociones, algunos son más reivindicativos como «El sueño de la crisálida» que sí que pretendo arrojar luz sobre una injusticia, y sobre todo sobre nuestro sistema de vida, otros pueden ser más mágicos como «La leyenda de la isla sin voz» o intentar ver de donde ha podido venir las crisis económicas que hemos sufrido en el futuro, otros tienen un componente más social como puede ser «Mujeres que compran flores», pero en realidad a mi lo que me interesa es escribir una historia de ficción que vaya directa al corazón del lector, que los personajes te lleven a casa con ellos. Las emociones es lo único que graba la información en nuestro cerebro, si no eres perfectamente olvidable y tus historias también. Si tú no consigues despertar emociones como el terror, enfado, risa, tristeza o amor, y no circulan por una novela esa información no se va a grabar en tu cerebro, es que ni los nombres de los protagonistas. Pero como nos pasa con las personas, hay personas que nos hablan desde el corazón y te llegan y te acuerdas de ellas, y si no según llegan a tu vida, reseteas y las olvidas. Entran por un oído y salen por el otro, y no se quedan en tu cerebro. Si yo no consigo despertar las emociones en el lector, para mi ya he perdido. Me da igual el mensaje que tenga, me da igual la reivindicación que esté haciendo y me da todo exactamente igual. Estas dos, más sus personajes que casi son 60 en «El sueño de la crisálida», cada uno de ellos tiene que estar aquí por algo y tienen que llegar de alguna manera al lector, si no ese personaje sobra y la historia también.

Los cambios en cualquier momento de nuestras vidas son importantes, y además tenemos que aceptar las nuevas inquietudes y decisiones que queremos asumir a través de ellos. Las protagonistas de «El sueño de la crisálida» son ejemplo de ello, y les aseguro un gustazo tremendo al conocer su relación y lo que aprenden cada una en cada una de las páginas de este libro. Ojalá podamos seguir viajando a través de lo que Vanessa Montfort quiera expresar en adelante. Va a ser un gustazo que nos convertirá a todos en mariposas lectoras adictas a su trabajo.

Si queréis escuchar la entrevista con Vanessa Montfort, sólo tenéis que pinchar en este enlace:

https://www.ivoox.com/entrevista-vanessa-monfort-el-sueno-la-audios-mp3_rf_34140857_1.html

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