Crítica «Such Sweet Thunder» – La Insostenible Big Band – Teatro Cervantes de Málaga
UN INSOSTENIBLE SHAKESPEARE ENAMORADO
«La Insostenible Big Band» volvió a cumplir su lema de no llevar el mismo repertorio para un público que ya disfruta de su manera tan divertida y, a la vez, didáctica de mostrarnos diferentes versiones que todo el universo del jazz tiene en su amplia historia. En esta ocasión, se presentó una primera parte con los movimientos de «Such Sweet Thunder» homenajeando personas y obras completas de Shakespeare y una selección de temas del mismo genio de esa suite, Duke Ellington.
Son más de diez años los que pasan de conocer a esta formación musical y, lo cierto, es que nunca dejan indiferente. Durante este tiempo he intentado descifrar la fórmula insostenible y, creo que tras mucho estudio y piezas que he podido escuchar por sus manos, he hallado con la tecla: ser inconformistas. No conformarse con cumplir como banda de repertorio jazzístico donde interpreten lo que se espera o lo que el aficionado sabe que funciona. Hay siempre en ese trabajo que lidera Antonio Lara y su subdirector, Nacho Doña, algo que subyace desde que emprenden un nuevo reto y es dejarte con la boca abierta.
Y lo hicieron nada más comenzar. Nadie aparecía en el escenario y los primeros acordes de la percusión hicieron acto de presencia en el patio de butacas del Teatro Cervantes, donde todos los músicos se colocaron alrededor del público, entre los palcos y el pasillo para interpretar juntos, «The mooche», tema conocido por pertenecer a la banda sonora de «Cotton Club». Esto ya hacía presagiar que no nos íbamos a encontrar con un concierto al uso, sino que tenía mucha maquinaría escondida que tenía que relucir.
Esa fuerza les sirvió para crear la atmósfera adecuada para ir indagando sobre todos los movimientos de «Such Sweet Thunder» en el que se iban interpretando cada uno de esas 12 canciones, con una presentación previa, curradísima y excelentemente interpretada con esa voz que se te queda agarrada al alma por Juan Antonio Hidalgo. Como nos explicaban en la entrevista, la música no explica lo que contiene, transmite emociones y por eso el trabajo de Juan Antonio era tan importante. Principalmente por este motivo y porque entre composición y composición, no había momento de aplausos para reconocer lo que «La Insostenible Big Band» iba realizando (y eso que a servidora le costó no dar esas palmadas en más de una ocasión). Se convirtió en el juglar jazzístico que se precisaba para ir recorriendo esta suite de Duke Ellington.
Entre ese repertorio podíamos ver imágenes al fondo del escenario de cada una de las obras que versaban en esas melodías. Por las notas insostenibles pasaron «El sueño de una noche de verano», «Macbeth», «Romeo y Julieta», «Julio César», «Enrique V», «Soneto 147», «La fierecilla domada», «Hamlet», «Antonio y Cleopatra», «Soneto 81» y así hasta completar 12 movimientos donde para cerrar utilizaron el primer movimiento de la suite, pero ya con una mejor sonoridad desde la posición que deben ocupar. Un gran acierto, sin duda, que nos sirvió igualmente para saber que podíamos agradecer el gran esfuerzo y la variedad ambiental y compositiva con la que nos deslumbraron con «Such Sweet Thunder». Por cierto, me llamó mucho la atención escuchando todas esas canciones, la variedad de cambios de ritmos en la orquesta con esos silencios maravillosos donde la tensión musical te dejaba llevar por la propia melodía y los grandes solos que pudimos escuchar en muchos de los músicos de la banda.
Posteriormente, sonaron algunos de los temas más conocidos del genio Duke Ellington que han aparecido en muchos musicales o que están en los playlist de muchos artistas de referencia. En concreto, «I’m beginning to see the light», «I got it bad and that ain’t good», «Do nothin’ till you hear from me», «It don’t mean a thing», que repetirían en los bises para la conclusión de este evento,»Day dream», «Caravan» y «The mooche». Era la despedida de María Esteban que, con su descaro único y técnica vocal increíble, se hizo con todo el ambiente que se había creado previamente para darle ese toque que se precisaba y que la fiesta de todo lo que estábamos disfrutando continuara. Ojalá tenga toda la suerte del mundo en su nueva etapa en Barcelona.
Y el final del concierto tuvo tres bises más que imprescindibles para crear un cierre inigualable. Ya había escuchado a una de mis debilidades personales que es Emilio Ocaña al contrabajo en uno de los concierto de «La Insostenible Big Band» donde el público se subió al mismo escenario donde ellos actuaban y, gracias a anoche, tuve la oportunidad de volver a disfrutar de esa elegancia en su voz que es una auténtica maravilla. «It ain´t nothing but the blues» fue la música que salió de su ingenio y que hace que te enamores de nuevo de este género, gracias a la gran actuación que hizo. Antonio Lara no podía marcharse sin cantar, con su inglés particular, su gran éxito «It had to be you» y como colofón, María Esteban se despidió de esa noche, con la esperanza que retorne en algún momento para alguna ocasión especial, con «Accentuate the positive».
Nos sentimos personajes de Shakespeare pero, principalmente, receptores de una música sensacional que nos transmitió diferentes buenas emociones en esas páginas que formaron parte de la gran trayectoria de Duke Ellington. Y cuando se es conocedor de esto, es cuando la felicidad insostenible ya forma parte de tí, ansiosa de que capturen a más personajes.
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