SI EL PODER LLEGA A UNA CABEZA QUE NO ESTÁ BIEN UBICADA NI AMUEBLADA, PUEDE SER PELIGROSO

ElPríncipe_Cartel_OKlogosFernando Cayo se encontraba en mi lista de actores pendientes desde hace mucho tiempo y, es maravilloso que esos encuentros se puedan producir. Es de esos intérpretes que no han cesado en su propio espíritu de regalar diferentes personajes en retos tan interesantes como esta propuesta dirigida por Juan Carlos Rubio. Se enfrenta solo en el escenario a diferentes textos de Maquiavelo que expresados en esa personalidad que se asienta con firmeza cuando empieza la función, hacen que el resultado merezca la pena disfrutarlo desde el patio de butacas. Antes de su función el pasado sábado en el Teatro Cervantes de Málaga, nos habló precisamente de «El príncipe» en esta entrevista.

P: Un reto que se convierte en una disertación sobre cómo se ha usado el poder a lo largo de la historia, con textos de diferentes obras de Maquiavelo y su propia correspondencia personal

Fernando Cayo: «El príncipe» es un manual de instrucciones para el que quiera ser un buen príncipe, pero también es un libro que advierte a los súbditos y a los gobernados sobre cuáles son los mecanismos que los poderosos utilizan para manipularlos y gobernarlos. Creo que es una pieza clave en la historia del pensamiento universal de nuestra civilización. Maquiavelo condensó en esta obra, no solamente los mecanismos de la política sino los mecanismos del poder en cualquier tipo de relación o de ámbito. Desde el familiar a la empresa, a tus relaciones personales. Siempre que hay una relación de estatus intervienen los principios que marcó Maquiavelo y, desde luego, creo que el gran acierto de esta función es que Juan Carlos Rubio, que es un tipo excepcional, ha hecho una versión juntando «El príncipe», «El arte de la guerra», la correspondencia personal de Maquiavelo y «Las cartas de la República» de Tito Livio, haciendo un compendio y un cóctel perfecto. Todo esto ambientado en una estética «Mad Men» de los años 70 porque a Juan Carlos no le interesaba hacer algo alejado. No nos interesaba ver un Maquiavelo que el espectador viera como algo lejano, ajeno e histórico, sino algo más cercano. Entonces vemos a Maquiavelo en la privacidad de su despacho, como el auténtico Maquiavelo hacía en su etapa del exilio que se encerraba en su despacho y se ponía sus mejores galas, en este caso un traje hecho a medida estupendo, y en aquel momento escribía. En «El príncipe» elucubraba y organizaba sus reflexiones y sus pensamientos y, en este caso, le veremos grabando en una grabadora, en la privacidad de su despacho, sus reflexiones sobre su vida y sobre «El príncipe». Hablando con personajes de la historia recreando en su imaginación un montón de situaciones que ha vivido, se convierte en una especie de terapia para Maquiavelo sobre lo que supone su vida, la frustración del exilio y un montón de cosas más. Todo esto hecho con mucho sentido del humor porque Maquiavelo era un tipo muy inteligente y, como todas las personas inteligentes es una persona con sentido del humor y tenía mucha ironía. También está presente un fragmentito de «La mandrágora» que es la obra de teatro que escribió Maquiavelo por la que fue conocido antes que por «El príncipe», porque «El príncipe» se publicó a título póstumo y, sin embargo, con «La mandrágora» consiguió un éxito en vida. Hay un homenaje a la comedia del arte que es un poco el género al que pertenece «La mandrágora»,  a través de una máscara de comedia del arte con la que Maquiavelo cuenta alguna de sus historias ejemplificantes.

P: Nos cuentas todos estos elementos y estás tú sólo en el escenario

Fernando Cayo: Es un monólogo pero hacerlos tiene un montón de ventajas y un montón de cosas con las que tienes que tener cuidado. Evidentemente, el estar tú solo en el escenario hace que el espectador se meta mucho más en el espectáculo porque el actor o la actriz que interpreta el monólogo se convierte en el alter ego del espectador, se produce una fusión entre dos almas. Hay que tener cuidado porque claro al no tener compañeros, el tema de mantener alta la atención y la vibración del espectáculo hay que manejarlo con cuidado. Para mí, el enemigo número uno del teatro es el aburrimiento. Una obra de teatro puede ser cualquier cosa menos aburrida, ya lo decía Peter Brook.  En este caso requiere un nivel de exigencia más alto puesto que tienes que mantener el espectáculo, tú solo. De todas formas, estoy arropadísimo por una versión estupenda que ha hecho Juan Carlos Rubio con todos estos textos, con una escenografía de Eduardo Moreno que es maravillosa, con una ambientación sonora de Sandra Vicente que te recrea un montón de situaciones por las que pasa el personaje desde el aspecto sonoro, la iluminación maravillosa de Pedro Guerra y, en fin, es un espectáculo que está muy bien arropado y muy bien armado.

P: El teatro es el mejor medio de expresión para mensajes como se lanzan en la función

Fernando Cayo: Una de las cosas más interesantes y que es un pilar clave de lo que significa el teatro es que es un espejo, como bien dijo Shakespeare. Es un espejo que se presenta ante el mundo. A través de lo que hace el actor o la actriz en el escenario, el espectador se ve reflejado y puede reflexionar y aprender cosas sobre su propia vida. Es una herramienta de profundización, de conocimiento y de consciencia. A mí esto es lo que me parece más importante. El crear consciencia a través de la diversión por supuesto, que nadie se piense que esto de la consciencia tiene que ver con profundidades demasiado serias. La consciencia puede ser divertida, entretenida y luminosa. De eso se trata, de hacer reflexionar a la gente sobre la propia existencia, sobre la vida y llamar a la gente al despertar de la inteligencia y del criterio de la consciencia, para vivir la vida de una manera más completa y más armónica.

P: ¿El público va a sentir empatía con el poder?

Fernando Cayo: No he despreciado nunca a los políticos. Creo que ser político es algo muy difícil. Es una responsabilidad y hay muy buenos políticos. No todos, evidentemente, pero hay muchos. Sobre todo me los he encontrado en la política local. Cuando el político está en contacto directo con la gente y cuando los proyectos que desarrolla, los ve y ve el efecto que tiene la gente a su alrededor, creo que el político es más efectivo. El político cuando llega a altas esferas, pierde un poco pie y ahí se pierde consciencia de lo que es la vida real. Se centra más en otro mundo que tiene que ver con una fantasía política. La gente cuando vea «El príncipe» va a ser consciente de que el poder es responsabilidad y es peligroso. Y que el poder es complicado pero que también el poder es muy humano. Eso está ahí. Creo que es importante porque la consciencia que he adquirido y sobre todo es una cosa que se me queda que es que el poder es peligroso. Si el poder llega a una cabeza que no está bien ubicada y bien ambueblada, el poder puede ser muy peligroso. Es lo que ocurre con casi todos los políticos a una alta esfera. Pierden pie y se les va la cabeza. Como a un actor o actriz joven que le viene un pelotazo de un éxito repentino que se le va la cabeza. Hay ciertas cosas en la vida que te pueden descolocar psicológicamente, como el que va a la guerra y tiene un shock postraumático. Es lo mismo, nada más que en otro aspecto. Hay que tener recursos psicológicos adecuados para poder tantear. Maquiavelo nos habla mucho de cómo el poder a lo largo de la historia se ha mostrado muchas veces de una manera peligrosa, cruel e irracional. También, incluso, llega a reflexionar sobre la utilidad de la crueldad o no en el uso político habitual. La gente sobre todo va a comprender al ser humano. A Maquiavelo. Es algo muy interesante porque nos ha quedado un poco la idea de lo maquiavélico, como algo pérfido o maligno. En realidad, Maquiavelo era un tipo de pensamiento republicano, además trabajó para la ciudad de Florencia y era diplomático de carrera que estuvo en Francia muchos años en la corte del rey de Francia, y socialmente era un tipo muy exitoso y de mundo Un tipo que lo único que hizo fue decir a los seres humanos «cuando tenéis el poder en política, os habéis comportado así desde Roma hasta nuestros días, a veces habéis sido buenos políticos, a veces mafiosos, a veces corruptos, crueles y, a veces, habéis trabajado para el bien de vuestro pueblo». Hay un llamamiento que se hace al final del espectáculo que es que parece escrito para un periódico del día de hoy, que es un discurso que lanza Maquiavelo al pueblo para que elija a un buen príncipe, al que consideren que pueda llevar a buen puerto al país. Esto es lo que nos preguntamos todos cuando votamos. ¿Acertaremos esta vez y los políticos sabrán hacer las cosas bien y cumplirán sus promesas, y serán respetuosos con la responsabilidad de mando que les hemos dado?. Vamos a comprender a un hombre que va mucho más allá, es un gran analista de la historia que, de ninguna manera, lo que hizo fue apología de la violencia. Él dijo, «los seres humanos a veces os comportáis así, a veces los medios no os importan para llegar a un fin». Pero él no está diciendo que hay que hacer eso, él dice que lo que ocurre muchas veces es que a los hombres les da igual con tal de que un político consiga el éxito y conserve el estado, da igual los medios que utilice pero eso no es lo que él propone. Él simplemente analiza la historia.

P: Me parece que te vamos a ver hasta moviendo las caderas encima del escenario

Fernando Cayo: Juan Carlos ha pillado muy bien la esencia de lo que es el personaje. Maquiavelo era un personaje que vivía en su tiempo. Le gustaba vestir bien, salir con sus amigos, estar en la taberna, beber, jugar, le gustaban mucho las mujeres y, en fin, era un tipo de mundo y de su época. Evidentemente, lo ha trasladado a estos años 60 y el espectáculo está sostenido por música de swing y él hay algún momento en el que se deja llevar. Además, creo que Juan Carlos ha acertado, porque es un gran director, dando ese toque de mundo pero muy cool al mismo tiempo y, esa combinación entre la intelectualidad del personaje y ese aire cool y divertido que le ha dado Juan Carlos, creo que es una combinación perfecta.

el-principe-fotografias-sergio-parra-17962Se notan las tablas de Fernando Cayo ante el sexto monólogo que se plantea en su carrera y, que nos deja llevar por reflexiones muy actuales sobre la actuación de diferentes representantes de poder y quienes elegimos a esos «príncipes». Así lo sentimos este pasado sábado viendo ese despliegue que el propio actor nos adelantaba en esa escenografía fantástica donde ayudaba a que todo se entendiera más fácil, más indudablemente el viaje que nos lleva el protagonista con su interpretación. «En el mundo del teatro hay que seguir haciendo retos», me sentencia Fernando Cayo a quién también vemos en esta última temporada televisiva de «Amar es para siempre», donde el gran reto de su carrera está siendo interpretar a su personaje día a día, con un recorrido tan amplio y bonito, que supone un esfuerzo y estudio, al igual que preparando su Maquiavelo de «El Príncipe». Ojalá nunca le decaiga la ilusión de seguir asumiendo muchos más retos.

Si queréis escuchar la entrevista con Fernando Cayo, sólo tenéis que pinchar en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-fernando-cayo-el-principe-teatro-audios-mp3_rf_22156820_1.html

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