Crítica «La tribu»
Racha de películas españolas junto con «Sin rodeos», en los que se cumple perfectamente el objetivo que se plantea desde que vamos conociendo información de estas historias. Reconozco no tener tanto ese peligro de constantes chistes fáciles y una historia poco construida, que no me aporte ni siquiera entretenimiento al verla. Hay una mayor labor de guión en este tipo de comedias, con personajes muy bien trabajados por parte de los actores y una intención mucho más clara de buscar una sensación de disfrute y felicidad hacia los espectadores.
Fernando Colomo se aleja de anteriores trabajos donde buscaba ese humor en una trama construida desde la propia idiosincrasia del sitio donde transcurren los hechos o del momento que reflejaba su propuesta. Aquí encuentra dos actores que le resuelven de una manera generosa y con muy buen resultado el ritmo del film, y que encuentran en ese hilo conductor que es el baile una vía de escape para que la diversión y el momento de relax del eje central de esa relación complicada entre madre e hijo adoptivo, funcione especialmente desde la parte intermedia de «La tribu» hasta el final. La verdad es que todo merece la pena por vivir todas las sensaciones muy positivas que te provoca la actuación de Carmen Machi y Paco León. Se aleja de ese conocimiento de sus personajes en anteriores trabajos y se percibe como nuevo, y además con una química en la que se nota que ellos también se están divirtiendo y se ve claramente en el perfil que le ponen tanto a Virginia como a Fidel, los protagonistas de la película.
No intentéis buscar explicaciones de ese abandono de la madre cuando tuvo a su hijo tan joven, o porqué ese directivo se comporta de una manera tan injusta con sus empleados. Esa parte más informativa no tiene cabida en la parte más formal de este relato cinematográfico, se cuenta más rápido y con unos pasos que quieren llevar más a la solución más efectiva de seguir hacia adelante y no estar constantemente recordando nuestros momentos del pasado. Unirse en un fin común para lograr cambiar nuestros propios conceptos es lo que se pretende enviar como mensaje, pero sin profundizar en dar explicaciones en ninguno de los roles que conocemos en «La tribu».
La parte del baile sorprende y, a la vez, te dan ganas de salir de la misma manera de la sala de cine, o al menos reconozco que a mí me ocurrió. Con respecto a «Sin rodeos», reconozco que la cinta de Santiago Segura tuvo más puntos de risas oportunas y concretas en determinadas escenas, pero la sensación agradable de ver una película que te hace sentir bien, y quién sabe si animarte a mover más el esqueleto y saber reírnos de nosotros mismos, pues siempre viene bien. Así que me uno a esta tribu.
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