COMO LA VIDA MISMA

El retratar una realidad familiar no es nada novedoso en el teatro. En muchas ocasiones hemos tenido la ocasión de ver tanto fuera de España como en nuestro propio país, diferentes formas de retratar nuestras propias relaciones aunque casi siempre en el contexto que he tenido ocasión de hacerlo, el máximo interés era el de la propia incomunicación entre los miembros de la familia, o exageraciones que entran dentro de los códigos del humor como puede ser el vodevil francés.

Ante esta perspectiva, mi idea de antemano a la hora de disfrutar como público a «Juntos» era ¿qué puede ofrecerme esta familia que me interese y cautive mi atención como espectadora?. Y les tengo que decir que esa pregunta me la respondieron desde el primer momento que aparece esa escenografía maravillosa y auténtica de Curt Allen Wilmer, que a todos nos recordaba a esos pisos añejos de nuestras abuelas con todos esos detalles que marcan nuestros recuerdos, y esa contestación me vino en dosis de amor y tristeza al mismo tiempo con las increíbles interpretaciones de Kiti Mánver, Gorka Otxoa, Melanie Olivares e Inés Sánchez, y el trabajo del autor Fabio Marra y su director Juan Carlos Rubio, a la hora de preparar esta propuesta para el público.

Lo más importante de «Juntos» venía reflejado en las reacciones del público que tenía sentado a mi alrededor, sobrepasando una media de edad elevada en la mayoría de los casos pero también público de diferentes años, y el sinónimo que reflejaban todos es «esa es la vida misma», o frases similares. Cuando eso se consigue, se llega más allá del grado de identificación de una familia cuyos miembros tienen todos incapacidades más palpables o más emocionales, se consigue traspasar el muro de la tranquilidad y entran en nuestras propias emociones como miembros de una unidad familiar, cuestionándonos si nos hemos portado bien con nuestro entorno y cuales han podido ser nuestros propios errores. Eso es delicadísimo de tratar, y a la vez complicadísimo de conseguir porque lo más fácil es tirar hacia la parodia o caricatura, y saltar de esa ficción que nos incomoda para llegar a puntos cómicos donde se puede jugar más libremente sin peligro a tirarse a una piscina sin agua. Desde este equipo, no han preferido esta opción y tiran más hacia que el público vaya juzgando y emocionándose con los personajes, y que en muchos casos, no se les pueda escapar una lágrima ante lo que está viendo. O al menos reconozco que fue mi caso.

Sin estos actores, es imposible que esta fórmula hubiera dado resultado. Es de los mejores papeles que le he visto a Kiti Mánver en muchos años. Cómo celebro que vuelva a una historia de verdad, a esa madre que me cansó en escena de todo lo que tenía que moverse, soportar, sufrir, mentir piadosamente y tirar para adelante sin que nadie le viera un momento de bajón. Qué reconocible es ese rol, cuantas madres hay retratadas en ella y que felicidad me da verla en esta tesitura que domina a la perfección y que tira para adelante, como tantas progenitoras en sus casas, con todos los personajes y todo el montaje. Bravo Kiti. Entiendo que te muevas en terrenos más contemporáneos y de riesgo, pero es tan placentero sentirte en estas interpretaciones tan verdaderas, y sentí que el teatro merece la pena por esto.

Merece la pena por esto, y me van a perdonar pero lo de Gorka Otxoa es para caerse al suelo y no levantarse. En la entrevista se mostraba humilde y respetuoso con su Miguel. Ese joven que simplemente ve el mundo de una forma diferente, y no al ritmo que le imponemos los demás. Cuya madre está completamente enamorada y desvivida por él, y cuando se le conoce sabes por qué, aunque también quieras que se calle por momentos. Pero ahí está el gran valor de este actor. Hacer un personaje lleno de amor y de realidad. Que desquicia pero que entiendes qué proceso lleva a cabo y qué es lo que necesita. Y como escuchaba a alguien del público que tenía detrás, «es el que parece más incapacitado, pero el que más sensibilidad tiene». Y esa era mi reflexión principal, ¿qué capacidades son las que ponemos en el top de la normalidad, y cuales son más defenestradas?. Ahí fue donde Gorka Otxoa y su trabajo dieron un golpe a mi corazón, y aunque te lo haga pasar mal desde la butaca, son reacciones que se necesitan para mejorar como personas, y eso él lo consiguió con su trabajo. Bravo Gorka.

El papel de Melanie Olivares es el más desagradecido. Es la hermana que desaparece ante una situación en la que no se ve valorada y su egoísmo puede más que ponerse en el lugar de su propia familia. ¿Qué actriz quiere ponerse en ese pellejo?. Desde la perspectiva que se nos ofrece, el público no concuerda con ella porque su madre y su hermano ganan con su realidad, pero la de ella también es necesaria. Sin su contrapunto, no podemos ser conscientes de la sinceridad del personaje de Kiti como madre, y de Gorka como hermano. Y además, en varios momentos de la función, pude ponerme en su lugar aunque lo políticamente correcto no es estar de su lado, pero esa normalidad también tenía que estar en esta historia, y celebro que esta actriz lo haya llevado tan increíblemente bien a cabo. Bravo también por Melanie y su gran trabajo.

Y no me olvido de Inés Sánchez, con un papel más pequeño pero estar al lado de estos actores para poder aprender de esta labor que realizan para el teatro, supongo que para ella es el premio más que soñado en todas estas funciones, y funciona genialmente lo que tiene que hacer para conocer más a esta familia protagonista.

A nadie le apetece ir al teatro a pasarlo mal, pero yo noté que la gente se alegró muchísimo de lo que estaba viendo, se emocionó por contemplar una cotidianidad tan cercana que se parece más o menos a lo que cada uno hayamos podido vivir, y para esto también sirven las obras escénicas. Más que nada, porque se consiguen hacer con ese respeto y algo planteado de base que está bien hecho, y funciona. Lo logran porque es conjunto y de equipo. Una familia teatral como la vida misma, un ejemplo de hacer pensar y de reírte con la lágrima preparada. Juntos, intérpretes y público fuimos uno, y qué especial cuando eso ocurre. Bravo a todos.

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